Cali, mayo 20 de 2024. Actualizado: domingo, mayo 19, 2024 22:55
Jhon Erick Ortiz Delischerff y Stephany Muñoz Ortega, es una pareja que el destino unió desde muy jóvenes, porque ambos profesaban vocación y pasión hacia la música.
Se conocieron hace una década en la Taberna de los Hermanos Lebrón, porque él dirigía la orquesta de planta. Stephany copiaba la vocación de su hermano mayor, Ahariam, un reconocido pianista caleño que tocaba en importantes orquestas de la región.
Por esa razón cuando ella adelantó su bachillerato en el Colegio INEM Jorge Isaacs, además de sus deberes académicos, hizo parte del Grupo Semillas, que dirige el profesor Miguel Cuaichar, y el Cuarteto de Cuerdas y la Sinfónica Juvenil, bajo la orientación del maestro Germán Hoyos.
Por su parte, Jhon Erick, es egresado del Conservatorio Antonio María Valencia, titulado Maestro en Trombón, continuando una especialización en música barroca en el Instituto Superior de Arte de La Habana Cuba.
A su regreso a Colombia, hizo parte de la Orquesta Guayacán. Esta pareja construyó su propio estudio de grabación, como parte fundamental de lo que sería su empresa musical, que es administrada por Stephany, también titulada por la Universidad del Valle en Administración de Empresas.
En 2010, lanzaron su propia orquesta Grupo Ocho, reconocida en eventos populares y en las ferias de Cali. Ahora, su más reciente proyecto artístico es la Universal Band, orquesta con un amplio repertorio crossover, integrada por los siguientes músicos: Jhon Erick (trombón), Arlex Mauricio Gallego (trompeta), Ahariam Muñoz (piano), Stephany Muñoz (bajo), Jhorman David Tulande (congas), Jaime Andrés Arboleda (batería) y, en las voces, Alex Brown y Lisetth Aristizabal.
Jhon Erick y Stephany, director musical de la orquesta y, ella, la administradora del proyecto artístico cultural, conversaron con el Diario Occidente.
Estimamos que la música es el arte que más rápido evoluciona en la historia de la cultura. Cada generación deja un valioso legado. Pero jamás los ritmos tradicionales o expresiones populares son relevados por otros.
Este fundamento y el ánimo de complacer la confluencia de públicos en los conciertos, nos motivó a ensayar varios ritmos para nuestro repertorio: baladas, rock en español, champeta, merengue, tropical, reguetón, salsa y música disco para “la hora loca”.
Es un trabajo arduo y el tiempo que le dedicamos a los ensayos se refleja en la calidad musical que le presentamos al público en nuestros conciertos.
El ritmo de trabajo nos disciplina para pulir las interpretaciones e innovar con más temas que peguen en los gustos del público. Ensayamos los días martes, miércoles y jueves, en horas de la mañana. Nuestros conciertos son los fines de semana.
Descansamos los domingos y lunes. Las presentaciones son en vivo en el escenario en un cien por ciento. El talento de todos que se fusiona cada vez mejor nos ha permitido identificarnos con estilo y sello, propios.
Nuestra principal satisfacción está en la construcción y maduración de nuestros proyectos artísticos. En cada actuación recorremos el camino hacia la profesionalización.
Son muchas las emociones que se pueden transmitir a través de la música y para nosotros son muy importantes esos momentos en que nos conectamos plenamente con el público y percibimos su energía alegre.
Cada concierto es una ventana que la abrimos en el escenario para propiciar felicidad. Pero no sólo felicidad, hasta la nostalgia, cuando interpretamos esos temas y géneros que se han ido extinguiendo de los medios de difusión musical. “Mi Estudio Producciones”, nuestra sala de grabación, cumple una labor social porque permite sacar del anonimato a buenos artistas.
Jhon Erick, además de dirigir los ensayos y los conciertos, suele inspirarse en sus ratos de descanso. Compuso dos temas emblemáticos “Agualulo” y “Palangana”, uno que narra musicalmente esos bailes de la juventud pobre de los años setenta. El otro, es una letra que rinde homenaje a las vendedoras callejeras de frutas.
Para componer la letra de “La palangana caleña”, me sucedió algo parecido a lo que le ocurrió a Petronio Álvarez que una tarde lluviosa junto al mar se inspiró viendo las olas y luego tarareo con su guitarra lo que sería el himno que le daría la vuelta al mundo.
Desde niño veía, no las olas del mar, sino aquellas humildes mujeres que los medio días pasaban por los barrios pobres ofreciendo sus aguacates y chontaduros en platones sobre sus cabezas. La letra de “Agualulo”, sí lo compuse por referencias.
Mi suegro, Jesús Medardo Muñoz, en los años setenta, fue un gran “agualulero” del barrio Popular. Los jóvenes gozaban sus bailes en alguna casa donde instalaban sus columnas de sonido y calmaban la sed con agua de lulo.
Esta es la historia de la rumba en los barrios
La cuenta el viejo y la bailan los muchachos
Pantalón con tres prenses y zapato blanco
A Watusi y Arrebato agualulo bautizaron.
-Qué
-Aguelulo
-Cómo
Agualulo
Que esta rumba callejera
No le falte a ninguno.
Mucha bulla puro ambiente
Cuidadito Compay Gallo
Que este ritmo está caliente.
Aguacate, mano viche, aguacate
Habla la historia
de esas morenas que día a día salen a trabajar
Con su particular canto,
Con la fuerza de su raza
El entusiasmo y la esperanza
Puestas en su corazón.
De que su sustento vendrá de su labor
Al bajar su palangana
Luis Ángel Muñoz Zúñiga
Especial Diario Occidente
Fin de los artículos
Ver mapa del sitio | Desarrollado por: