Cali, marzo 26 de 2025. Actualizado: miércoles, marzo 26, 2025 21:24
Los colombianos necesitan razones para creer en las conversaciones de La Habana, y hasta ahora no se les ha dado ni una.
unque sólo desde septiembre pasado se conocieron públicamente los acercamientos con la guerrilla de las Farc y se oficializó el inicio del proceso de paz, los diálogos entre el Gobierno Nacional y el grupo armado ilegal ya cumplieron un año, y pese a que las partes hablan de grandes avances, la opinión nacional es cada vez más pesimista frente a lo que pueda pasar en la mesa de conversaciones en Cuba.
Según la más reciente encuesta de Gallup sobre el tema, el 62% de los colombianos considera que los diálogos de paz entre el Gobierno Nacional y las Farc no llegarán a un acuerdo para poner fin al conflicto armado en el país. Esta percepción, desde luego, no es gratuita, pues tras el inicio de las conversaciones la guerrilla no sólo ha mantenido una posición arrogante y desafiante, sino que ha recrudecido sus acciones terroristas, lo que alimenta las dudas sobre sus supuestas buenas intenciones.
La misma guerrilla se ha encargado de sembrar dudas, al negar su responsabilidad en la práctica de delitos como el secuestro, el narcotráfico y el despojo de tierras, en los que la mayoría de los colombianos no tiene dudas de su autoría.
Al comportamiento de la organización subversiva se suma la incertidumbre que genera la posibilidad de que el acuerdo para ponerle fin al conflicto se firme, pero se quede sólo en el papel y no se materialice. Hasta ahora a Colombia no se le ha dado la certeza de que los beneficios que recibirán los cabecillas guerrilleros que lideran la negociación se traducirán en la desmovilización total de las Farc y la renuncia absoluta de sus miembros a toda actividad ilegal.
Este lunes iniciará la sexta ronda de diálogos en La Habana, oportunidad que debe aprovecharse para mostrarle al país avances palpables en el proceso, gestos de buena voluntad y compromisos por parte de las Farc que demuestren que este desgaste que tiene al Gobierno Nacional en su más bajo nivel de popularidad, no ha sido en vano.
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