Un par de días después de las marchas del 1 de mayo, aún vivimos su eco, el eco de un pulso político llevado a la calle, donde el gobierno y la oposición midieron fuerzas para ver quién lograba una mayor convocatoria.
En esta dinámica y a pesar de los intentos de un lado y del otro por minimizar e incluso estigmatizar la convocatoria del contrario, el resultado ha sido muy parejo en términos de afluencia de gente, donde a partir de sendos discursos tanto del presidente Petro como de algunos de los llamados líderes de la oposición, se denota una apuesta por la polarización política que tanto resultado político le ha traído en términos electorales a los extremos ideológicos.
Es que en esos discursos han abundado los términos descalificativos y desobligantes, algo que lastimosamente le ha quitado altura a lo que debería ser un debate democrático, un debate donde sin duda los argumentos son los grandes ausentes de la jornada del 21 de abril y del 1 de mayo.
Lo positivo de esto, es que hoy nuestro país, puede decir que en términos relativos, comparándonos con otros países de la región, tiene un sistema democrático lo suficientemente sólido para soportar en su interior tal nivel de tensión política, sin llevar a cabo represiones para acallar a las voces disonantes, tal como ocurrió en el pasado.
Sin embargo, no se debe jugar con el “hasta donde aguantará la democracia del país”, por lo tanto no está bien que se tilde de dictador o de ilegítimo a un presidente que ha sido elegido por la vía democrática, ni tampoco le hace bien al país cuando sectores afines al gobierno tildan de “amigos del narcotráfico” a quienes marcharon desde el lado de la oposición.
El 21 de abril dejó claro que el descontento con el gobierno es grande, pero el 1 de mayo ha dejado en evidencia que Petro “no está muerto políticamente hablando” y desde ambas orillas políticas deben entender esa situación.
Esperemos que el ambiente siga su curso, pero que este no sea de colisión, sino de sana confrontación ideológica, donde por fin puedan abundar los argumentos racionales y comiencen a escasear los argumentos energúmenos que se alimentan del insulto, el chisme y la desinformación.
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