Cali, febrero 19 de 2025. Actualizado: miércoles, febrero 19, 2025 10:37
Este no es un fenómeno aislado, es una mutación de una ilegalidad cada vez más degradada.
Después del atentado que se registró el pasado sábado contra un grupo de líderes sociales en el departamento del Cauca, ayer nuevamente se reportaron amenazas contra ellos.
En lo corrido de este año han sido asesinados 49 líderes sociales, cifra que prueba la gravedad del tema y la urgencia de acciones para evitar que continúe la matanza de los ciudadanos que defienden los derechos de las comunidades.
¿Pero qué se puede hacer? El asunto es tan complejo que no se resuelve estableciendo esquemas de protección para todos los líderes sociales amenazados, algo que, además, es físicamente imposible, pues el Estado no tiene la capacidad de asignar guardaespaldas a todos los ciudadanos en situación de riesgo.
Lo que hay detrás de los asesinatos y las amenazas es una gran mafia de la ilegalidad que, como un monstruo de siete cabezas, arremete contra todo aquel que se atraviese a sus intereses.
El caso de Francia Márquez explica muy bien la situación: la líder afrocolombiana ganó el premio ambiental Goldman (considerado el Nobel ecológico) por su férrea oposición a la minería ilegal en los alejados territorios rurales del Cauca, lo que la convirtió en objetivo de los grupos armados que defienden esta actividad ilícita a sangre y fuego.
En ese sentido, mientras haya narcotráfico y minería ilegal, y grupos armados dedicados a estas actividades, los líderes de las comunidades directamente afectadas estarán en riesgo permanente, un riesgo que se agrava ante nula presencia del Estado en estos territorios.
En este contexto, los asesinatos y amenazas contra los líderes sociales no pueden verse como un fenómeno aislado, sino que deben entenderse como parte de la degradación causada por la ilegalidad, y sólo combatiendo esa ilegalidad de manera integral se podrá contrarrestar.
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