En el centro de Cali se encuentra nuestro patrimonio histórico. El tesoro más preciado y a su vez, más ignorado de la ciudad.
Entre sus plazas y parques, la Avenida Colombia, la calle 5ta, entre otras vías, se pueden visualizar las grandes, altas y antiguas edificaciones que trasladan a caleños, visitantes y extranjeros a revivir otras épocas, conocer la memoria e identidad caleña y por tanto, de la ciudad.
Por su ubicación, el centro histórico permite que sea aprovechado en términos turísticos y culturales, sin embargo, estas dos ofertas se quedan cortas y se ve reflejado en el número significativo de infraestructuras abandonadas en este sector.
Casas en las que vivieron Andrés Caicedo, Helcias Martán Gongora y Eustaquio Palacios, hoy son infraestructuras vacías y solitarias, ¿Por qué no darle un uso a estos espacios cargados de simbolismo, cultura e historia?
Esto se podría combatir teniendo diferentes ofertas en la zona, como por ejemplo, locales comerciales o restaurantes este punto, una oferta pensada para los visitantes y turistas que pasen por la zona y deseen adquirir productos o servicios que representen la caleñidad, algo parecido a lo que ocurre en el centro histórico de Cartagena, donde a lo largo de una misma calle y de forma organizada, se tiene una variada oferta de ventas relacionadas a lo nuestro, nuestra gastronomía y artesanías, conservando la fachada de este bien patrimonial y conservando el espacio de acuerdo a lo descrito en el Plan Especial de Manejo y Protección – PEMP.
Cartagena, por ejemplo, recibe en su centro histórico alrededor de 2.5 millones de turistas al año, lo que genera un aproximado de mil millones de dólares para la ciudad, solo en esa zona.
Por su lado Cali, anualmente está acogiendo a alrededor de 1 millón de turistas y se tiene un promedio de ingresos entre los 200 y 300 millones de dólares, sin embargo, éstos son provenientes de turismo médico y festivales culturales, no del relacionado al centro histórico.
¿Qué necesitamos para tener cifras similares?
Los esfuerzos deberán ir encaminados en dos vías: La primera es actualizar PEMP y la segunda será por medio de la reducción de trámites.
Con la actualización del plan se logra flexibilizar el nivel de protección que hoy tienen los Bienes de Interés Cultural, para que sea más fácil autorizar las solicitudes de intervención, haciendo de éste un modelo de inversión más atractivo para empresarios, emprendedores, marcas y proyectos de gran escala.
Por otro lado, por medio de la reducción de trámites se lograría incentivar la adopción de predios por parte de empresarios, quienes ven en la parte histórica del centro un potencial y tienen la intención de transformarlo, porque actualmente, dicho proceso está tardando alrededor de 24 meses, lo que impacta directamente en la pérdida interés por parte de los mismos cuando se dan cuenta de todos los trámites que se deben surtir.
Si realmente queremos revitalizar y transformar el centro de Cali, necesitamos aportar con la realización de estrategias como estas que permitan eliminar sus barreras de acceso al centro, volverlo un espacio habitado, seguro y acogedor para propios y turistas, que en últimas también, permiten tejer más puentes entre lo público y lo privado, y poner a Cali a vibrar con en el Centro.
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