Mario Germán Fernández De Soto

¡No más violencia!

Mario Germán Fernández De Soto

Ante la violencia que sigue estando a la orden del día en el país, los colombianos seguimos indignados por la ola de muertes que se vive todos los días, como si no pudiéramos dejar atrás el odio y la desesperanza de tantos momentos en la vida nacional.

Parece que nos pesa mucho ese lastre que hemos padecido en distintas épocas en las que por diferentes causas, circunstancias y, a veces, hasta por indebida justificación, la nación se ha enfrentado en forma irracional generando desolación, desplazamiento, dolor y víctimas de una violencia que no da tregua.

Hoy padecemos del accionar de bandas criminales organizadas que atentan contra los derechos ciudadanos y que producen zozobra a una población inerme que espera protección y seguridad de las autoridades, las que no logran articular las acciones adecuadas y oportunas para combatir de manera contundente el delito.

A pesar de ello, más de 125.000 personas tienen atiborrados los establecimientos carcelarios en los que, por cada cupo que abre el Estado recibe tres nuevos para ser procesados en un sistema judicial que se hace inoperante frente al desbordamiento de la criminalidad y de la injusticia.

Con estos hechos el Consejo Superior de Política Criminal ha aprobado una política pública que pretende establecer unos parámetros que permitan la operatividad de manera eficiente y articulada de todos los estamentos de la justicia. En ella se contemplan factores como la prevención del delito y la reducción del homicidio, las medidas contra la violencia de género, la disrupción del crimen organizado, la humanización del sistema penitenciario y carcelario, la prevención de la delincuencia juvenil y la modernización del Estado para combatir el crimen.

Creo que debe hacerse un énfasis especial en la desarticulación del crimen organizado, comenzando por las bandas criminales causantes de tantos asesinatos por los constantes enfrentamientos y por las mal llamadas “escuelas de sicariato”, que ocasionan desconsuelo, venganza y más lamentables decesos en nuestro país, lo que actualmente se refleja en las pavorosas cifras que conocemos cada fin de semana producidas por la confrontación a sangre y fuego entre pandillas, grupos delincuenciales y narcotraficantes, así como también de todo tipo de violencia en general.

De la misma manera, pienso que es necesario impulsar una nueva cultura de la convivencia familiar y comunitaria que se imparta desde las Instituciones educativas con el acompañamiento de las juntas de acción comunal, la familia, las iglesias y las organizaciones cívicas y sociales para aprender a valorar la diferencia y construir respeto a través del diálogo familiar y la sana convivencia social como antídoto para la violencia intrafamiliar, que tanto afecta a nuestros hogares.

Debe combatirse a la violencia desde todos los aspectos comenzando por el pedagógico y propiciando el establecimiento de casas de justicia, de paz y de reconsideración que contribuyan a “desarmar los espíritus” imponiendo la buena conversación, el diálogo abierto y el esparcimiento como herramientas para la vida en comunidad que todos deseamos y que queremos. ¡No más violencia!

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