Esta semana salieron los datos oficiales de las cuentas nacionales de 2020, un año que quedará marcado como en el que se presentó la mayor contracción de la economía en nuestra historia, con una caída del PIB de -6.8%, la más alta desde que tenemos series de crecimiento que es en 1975.
Esto refleja una afectación sin igual en la economía por efecto de un problema de salud pública, el famoso COVID-19, por detener su velocidad de contagio, nos vimos inmersos en un choque de oferta y demanda extraordinario, que no supimos contrarrestar.
Esta cifra es casi el doble a la de 1999, que fue de -4.5%, y que era hasta ahora, la crisis más grande que habíamos tenido. La diferencia está en que ese año el sector más afectado fue el financiero y de seguros con una caída de -15,4%, y en el 2020 este sector presenta una cifra positiva de 2.1% y junto con agricultura, actividades inmobiliarias y administración pública fueron las únicas actividades que crecieron.
En el resto, la caída fue generalizada, aunque con diferentes matices, y con niveles distintos de recuperación en los últimos meses del año. Al final, los sectores que presentaron mayor caída fueron construcción; explotación de minas y canteras; comercio, transporte, alojamiento y servicios de comida; e industrias manufactureras.
Este resultado hubiera podido ser peor, debido al confinamiento estricto en el segundo trimestre del año se presentó la mayor caída trimestral de las historia con un – 15.8%, pero en la medida que se fue dando la apertura de las actividades económicas y sociales, se fue dando un recuperación económica; en el tercer trimestre la caída bajó a – 8.5% y en el último trimestre de –3.6%, lo que refleja una expansión intertrimestral entre el cuarto y el tercer trimestre del 6 %.
Sin embargo, el balance final es muy negativo, en términos corrientes nuestra PIB pasó de $ 1.061 billones en el 2019 a $1.002 en 2020, es decir que perdimos $ 60 billones en nuestra economía. El daño ya está hecho, no vale la pena decir que se tomaron medidas restrictivas exageradas o que no se hicieron los esfuerzos oportunos para proteger la economía. Ahora es tiempo de pensar cómo recuperar lo perdido, pero para hacerlo, tenemos que entender qué fue lo que perdimos.
Muchos ven la economía como algo abstracto que no les toca, como una cifra vacía que no dice mucho, o algunos pensarán que se trata solo de lo que producen las empresas. Pero no, se trata de los ingresos de las personas. Y es que alrededor del 50% del $60 billones que perdió la economía, los perdieron las personas en términos de ingresos laborales, esto sumando a la disminución de otras fuentes de ingreso de los hogares, hizo que se diera una disminución histórica del gasto en consumo de hogares, del orden del -5,8% y también superior a la caída en 1999 que fue de 3.2%
De acuerdo con el DANE, al menos 10,1 millones de colombianos reportaron haber tenido una reducción en su actividad económica o ingresos durante la pandemia, lo que representa al menos 24,5% de la población en edad de trabajar.
Esto sin duda está afectando la reactivación de la oferta, puesto que todavía muchos sectores no presentan ventas sostenibles.
Esto también ratifica que la economía está sustentada en las personas, que hacen que todo funcione; sin personas no hay producción, no hay consumo, no hay impuestos, no hay salud. Esto basta para entender que la recuperación económica debe estar enfocada en recuperar los ingresos de las familias. Para esto debemos trabajar en la recuperación de tejido productivo de la mano con el cuidado de la salud.
Las expectativas son positivas, esta semana celebramos que empezó por fin la vacunación en nuestro país, 3 días antes de lo anunciado. Al margen del show político innecesario, debemos todos estar enfocados en que se ejecute eficientemente el plan nacional de vacunación, muchas veces no importa cuándo o cómo se inicia, sino cómo se termina, debemos apartar nuestras diferencias e incredulidades para enfrentar con éxito el reto logístico y pedagógico más importante de nuestro país.
La meta está clara, mientras no esté como mínimo el 70% de la población vacunada, no podremos hablar de una reactivación económica en su totalidad y muchos menos esperar una normalidad en nuestra vida cotidiana. Ahora que se están flexibilizando algunas medidas no podemos bajar la guardia, dentro de nuestra individualidad debemos ser responsables, no solo por su salud, sino para que no se pierda el terreno ganado y se pueda consolidar la reactivación económica.
El año pasado la salud estuvo más ligada que nunca a la economía y este año no será la excepción, la diferencia estará en que esta vez podamos que ella juegue de nuestro lado, para que nos cuidemos mientras avanza el programa de vacunación y consolidemos la recuperación del empleo, con un buen equilibrio entre economía y salud.
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