Cali, enero 17 de 2025. Actualizado: jueves, enero 16, 2025 22:00

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Historias de restitución de tierras: el retorno de los desplazados

Ecos de esperanza renacen en la cordillera

Óscar Duque | Diario Occidente

Plácida. Así es hoy esta lejana zona del corregimiento Crucero Nogales, ubicada a 2.500 metros sobre el nivel del mar, en plenas estribaciones de la cordillera Central, donde campesinos trabajan con mucho amor y esperanza sus predios, los cuáles varios de ellos debieron abandonar a finales del siglo XX y comienzos del XXI cuando vivieron uno de los capítulos más difíciles de la violencia paramilitar en el Valle del Cauca.

Plácida es también el nombre de doña Plácida Peñalosa, a quien aquellos aciagos años no lograron borrarle la esperanza de un presente y un futuro mejor para ella y sus cuatro hijos.

Doña Plácida es tranquila, como Crucero Nogales, un caserío perdido en las inmediaciones de la Reserva Nacional Natural de Las Hermosas, en la zona rural de Buga.

Allí ella y otros vecinos han reiniciado una nueva vida y han comenzado a producir nuevamente el campo colombiano.

Ella se levanta todas las mañanas agradeciéndole a Dios e inicia una nueva faena con el fin de sacar adelante, con mucho positivismo, los proyectos emprendidos con el apoyo de la Unidad de Restitución de Tierras, de la cual es beneficiaria.

Hace aproximadamente un año retornó a su pedazo de tierra de aproximadamente 3.109 metros cuadrados, luego de vivir durante muchos años en la ciudad de Buga haciendo oficios varios.

Desde su retorno, inició el trabajo de recuperación del predio ayudada por los técnicos de la entidad y hoy cuenta con alternativas para su sustento diario.

El apoyo
Ante los nuevos aires que traía a la región el proceso de paz, ella y su compañero, Luis Enrique Torres, buscaron hace aproximadamente año y medio el apoyo de la Unidad de Restitución de Tierras, con el fin de recuperar su pedazo de tierra.

Nunca renunciaron a perder su predio y por eso hoy están allí, viviendo una nueva vida.

Doña Plácida recuerda que apenas llegaron comenzaron a organizar el predio con el fin de crear unidades de negocio que les permitieran el sustento.

Una de ellas es la piscicultura. Por eso en toda la fachada de su vivienda hay un pequeño aviso, con letra firme, que dice: se vende trucha.

“Teníamos la idea de sembrar truchas, porque contábamos con el agua”, recuerda ella, proyecto que hoy es una realidad.

En su predio hay tres piscinas para cultivar peces, los cuáles vende como una forma de ingresos.

Además cuenta con galpones para criar pollos y también compraron dos vacas, con las que venden leche. Una de ellas está en otro predio, donde le pagan el consumo de pasto.

Así mismo, en la parte de atrás de la vivienda hay una pequeña huerta casera en la que siembra cilantro, alverja, maíz, tomates.

Una de las prioridades precisamente del programa que adelanta la Unidad de Restitución de Tierras es la seguridad alimentaria, por lo que promueve que los beneficiarios tengan sus huertas para su propio sustento.

“De la Unidad de Restitución de Tierras nos llamaron y vinimos a visitar el predio, a mirar, porque ya había salido la resolución de la restitución”, recuerda doña Plácida.

“El lote ya no tenía cercos, Restitución nos dio el alambre y yo me conseguí los estacones para cerrar otra vez…. Y había mucho rastrojo, que tocó tumbar”, dice su compañero.

La Unidad trabajó además con ellos el tema la exoneración del impuesto predial.

Así mismo, están a la espera del apoyo que brinda el gobierno a través de Restitución de Tierras para mejoramiento de su vivienda.

Momentos de zozobra
Hoy, Plácida mira con optimismo y agradecimiento el presente y el futuro.

“Hoy podemos estar más tranquilos, no es como el otro tiempo que era zozobra, que no sabíamos si podíamos estar hoy, mañana, esta noche, si amaneceremos. Me preocupaba por mis hijos que estaban pequeños, sin saber qué pasaría”, recuerda.

Su compañero, Luis Enrique Torres, cuenta que antes de abandonar el predio habían sembrado cultivos de tomate de árbol y tenían partes alquiladas.

“Ya estaba produciendo y nos tocó irnos y dejar eso ahí”, manifiesta al recordar los difíciles momentos que pasaron .

Y es que, como narra doña Plácida, intentaron permanecer en el corregimiento a pesar de la presencia de los ilegales, pero el caserío comenzó a quedarse sólo y ellos tomaron la determinación de abandonar también sus po-sesiones, como lo hicieron sus vecinos, sobre todo por sus hijos, sumándose a las miles de personas desplazadas por la violencia.

La situación económica por la que pasaron luego de abandonar su predio no les permitió vivir juntos.

Ella se quedó en la ciudad de Buga, con sus hijos, rebuscándose la vida mientras trabajaba en oficios varios.

Mientras tanto don Luis Enrique debió viajar a la ciudad de Bogotá a buscar el apoyo de familiares que vivían en la capital y también trabajo.

Dice don Luis que con los grupos armados en la zona la vida se volvió un infierno.

“Uno no podía decir nada, había que mantener cerrada la boca, porque no sabía quien lo escuchaba. Los disparos se escuchaban y a las siete de la noche había que estar encerrado”, cuenta como si hubiera pasado ayer, como si quisiera exorcizar con su narración los hechos de violencia ocurridos.

Luis Enrique hace referencia a que una vez se escuchó un disparo que pegó en el poste ubicado frente a la vivienda donde vive, junto al cual estaba parada una de sus familiares.

Caminos de fe
Crucero Nogales queda a por lo menos una hora del casco urbano de Buga. Inicialmente hay que tomar la vía hacia la zona rural, al oriente del municipio, una carretera angosta la cual está pavimentada varios kilómetro hasta antes de llegar al crucero por el que la vía se divide: a la derecha se dirighe hacia el corregimiento y a la izquieda hacia Frisoles.

El solitario camino que conduce hacia Crucero Nogales es a veces atravesado por la chiva que moviliza pasajeros en este apartado rincón de Buga, a veces por algún campesino que camina largas travesías o algún semoviente que pasta a la vera de dicha ruta, es también un sitio donde el viajero se puede detener para disfrutar del hermoso paisaje que va a cambiando a medida que se asciende hacia la zona de los páramos.

Más adelante se encuentran las primeras casas del corregimiento donde habitan doña Plácida y don Luis Enrique.

Pasadas estas viviendas se llega al corregimiento de Frisoles, donde Edilberto Valderrama Duarte, otra víctima de la violencia, trabaja incansablemente la tierra.

Entre montañas
Para llegar al predio de Edilberto, que mide más de doce hectáreas, hay que caminar aproximadamente media hora por entre cañadas y caminos hechos por el paso de los humanos y las bestias en medio de la montaña. Caminos que en época de invierno se tornan más difíciles de transitar debido al barro que los hace resbaladizos y lo accidentado del terreno.

Hace más de dos años Edilberto volvió a su predio, luego de abandonarlo durante varios meses por los problemas de orden público en el corregimiento.

En ese entonces perdió uno de los familiares, cuando según recuerda, los ilegales llevaron a un grupo de campesinos a una cancha y los asesinaron.

Ante esta situación abandonó su predio donde tenía sembrados de café, fríjol, plátano y cilantro. Estuvo varios meses por fuera de las montañas bugueñas, refugiado en el coliseo del Imder en Buga.

“Lo que uno sabe es lo del campo”, expresa don Edilberto, quien dice que “un día me dijeron que era viable presentarme a la oficina de Restitución de Tierras a Cali, y yo creí, averigüé los documentos que necesitaba y me presenté. En ese entonces me dijeron que la restitución para esa zona estaba demorada, esperé dos años, empezaron a llamarme y a visitarme… pero tuvimos el apoyo y el derecho de volver acá”.

Café y ganado
Cuando se le restituyó su predio comenzó a sembrar café variedad “Castillo”, el cual está certificado por el Comité de Cafeteros y también adquirió cuatro vacas con el fin de vender leche y sacar adelante las crías para aumentar el ganado.

Ya han pasado dos desembolsos de proyectos productivos por parte de la Unidad de Restitución de Tierras desde el momento en que salió la sentencia que le restituía el predio .

Actualmente tiene un promedio de dos hectáreas sembradas con café y espera renovar otras dos más. El producido lo vende a la cooperativa Caficentro, a la que está afiliado.

Don Edilberto, quien inidica que el tema del predial ya lo asumió Restitución, está también a la espera del trámite para el mejoramiento de su vivienda .

“Gracias a Dios me han dado apoyo, la paz ha vuelto a esta región”, manifiesta.

Los avances en el Valle
Según la Unidad de Restitución de Tierras seccional Valle del Cauca cerca de 1.400 solicitudes se presentaron en este año 2018.

Algunos predios se encuentran en Pradera y Florida donde el proceso está pendiente mientras se trabaja en el desminado de esta zona con el apoyo del Ejército.

Y también están pendientes algunas solicitudes en el sur del Distrito de Buenaventura donde hay problemas de orden público.

La Unidad lleva seis años trabajando en el Valle del Cauca en el proceso de restitución de tierras, proceso en el cual se han recibido 3.937 casos de solicitudes de restitución, de los cuáles ya se resolvieron 2.422.

A la fecha el gobierno ha invertido $6.793 en el Valle.

Según la Unidad de Restitución de Tierras, el Valle del Cauca es el departamento donde hay más solicitudes de restitución por parte de comunidades étnicas, unas 23, 19 de ellas en Buenaventura, de las cuáles Yurumanguí es la única que tiene sentencia.

” No es sólo entregarle el predio, la Ley habla de un enfoque transformador, mejorar las condiciones de vida de la persona cuando abandonó el predio”, afirma la directora regional de la Unidad de Restitución de Tierras, Sandra Paola Niño.

La funcionaria recordó que la Unidad inició el 2017 con 23 municipios intervenidos en el Valle del Cauca y al final del año tenía cubierto el 100% del departamento, gracias a la firma de los acuerdos de paz que facilitó el desarrollo de los procesos.

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