Cali, mayo 16 de 2025. Actualizado: jueves, mayo 15, 2025 22:45
En Cali, existe un lugar donde los adultos mayores, olvidados por la sociedad, encuentran una última oportunidad de vivir dignamente.
Se trata de la Fundación Jesús de Nazaret, una pequeña organización que desde hace más de 30 años cuida de aquellos abuelitos que fueron abandonados, no solo por sus familias, sino también por el sistema.
Marta Isabel Lugo, la directora de la fundación, dedica su vida a esta labor, acompañada por su hija y una trabajadora más, quienes día a día luchan contra las adversidades para atender a 33 abuelitos en condiciones vulnerables.
La fundación no se dedica solo a brindar alimento y refugio a los ancianos. Cada persona que llega trae consigo una historia dolorosa de abandono, de desarraigo, de olvido.
Marta recibe a los abuelitos que son referidos principalmente por hospitales y organizaciones como Samaritanos de la Calle, una entidad en Cali que atiende a personas en situación de calle, pero cuya capacidad no cubre a los adultos mayores. Así, aquellos que no tienen un lugar a dónde ir, terminan en Jesús de Nazaret.
Muchos de estos abuelitos fueron abandonados por sus familias. Cuando llegan, lo hacen sin pertenencias, en condiciones deplorables.
El proceso de recibirlos es a menudo doloroso, pero Marta siempre se encomienda a Dios antes de recibir a un nuevo integrante de esta gran familia “La forma más importante de ganarlos es dándoles amor”, dice, convencida de que el afecto que brindan es clave para la adaptación de los recién llegados.
Uno de los casos más recientes que impactó profundamente a Marta fue el de una mujer de 97 años.
Llegó en estado deplorable, con uñas largas y paredes húmedas en su pequeño cuarto lleno de basura.
Pese a su edad, la lucidez de la abuelita sorprendió a Marta, pero lo que más le conmovió fue su gratitud. “Me dice que soy la mamá de todos ellos”, cuenta Marta, con emoción y humildad. “Es algo que lo llena a uno, que lo hace sentir recompensada”.
La rutina en la Fundación Jesús de Nazaret comienza antes del amanecer. Marta, quien vive en la fundación, se levanta a las seis de la mañana para comenzar su jornada. Lo primero es la administración de medicamentos, una tarea crucial para garantizar el bienestar de los abuelos.
Luego viene el proceso de levantar a los ancianos, bañarlos y vestirlos. Marta se encarga de todo, sin importar que sea la directora; ella misma baña y cuida a cada abuelo.
“Hay que hacer alguna curación, algún procedimiento, todo lo hago yo”, explica. Esta tarea la ocupa hasta casi las 11 de la mañana.
Después de la higiene, su hija, quien es fisioterapeuta, se encarga de las actividades recreativas y terapéuticas. Las mañanas están dedicadas a la terapia física, donde los abuelos dibujan, pintan o juegan en grupos.
A mediodía, llega la hora del almuerzo, un momento que puede ser complicado, ya que muchos de los abuelos tienen demencia o discapacidades que les impiden alimentarse por sí mismos.
Marta debe asistirlos pacientemente, asegurándose de que todos reciban la nutrición necesaria. “Es como cuidar a niños otra vez”, dice Marta. Y lo hace con el mismo cariño con el que se cuida a un hijo.
Por la tarde, después de una pequeña siesta, los abuelos disfrutan de actividades recreativas como el dominó, los juegos de cartas o la música.
Algunos prefieren ver tangos en la televisión, mientras que otros simplemente lloran al recordar su pasado.
Marta organiza pequeñas fiestas para celebrar los cumpleaños, con el objetivo de hacerles sentir que todavía son importantes, que no fueron olvidados.
A pesar de su arduo trabajo, la fundación se enfrenta a grandes dificultades económicas. La mayor necesidad es una sede propia.
Actualmente, la fundación funciona en una casa alquilada, lo que representa una gran carga financiera.
Marta sueña con un lugar propio, donde pueda acoger a más abuelos en situación de calle y ofrecerles mejores condiciones.
“Hace 20 años que pago arriendo, y cuando no tengo los recursos es muy difícil”, explica con frustración.
En medio de las dificultades, Marta agradece a las personas que colaboran de manera desinteresada con la fundación.
Desde particulares hasta emisoras de radio, que les ayudan a cubrir los gastos de los entierros cuando algún abuelo fallece sin familiares que se hagan cargo.
Sin embargo, los recursos siguen siendo escasos, y Marta depende de las donaciones para cubrir las necesidades básicas de los abuelos, como alimentos, medicamentos, pañales y ropa de cama.
Marta aprendió que, aunque no siempre puede salvar a los abuelos que llegan en condiciones críticas, puede ofrecerles un final digno.
Recuerda el caso de un abuelito que llegó completamente desnutrido. En tan solo dos días, la fundación logró recuperarlo, bañarlo y alimentarlo, pero su estado de salud era tan precario que falleció poco después.
Aunque el desenlace fue triste, Marta se consuela sabiendo que en sus últimos momentos, ese abuelo no estuvo solo ni en condiciones inhumanas.
“Es un gran honor estar aquí, cuidando de aquellos que en algún momento cuidaron de nosotros”, reflexiona Marta. Su trabajo, que comenzó casi por casualidad, se convirtió en una misión de vida.
A pesar de los desafíos, Marta no piensa en renunciar. “Seguiré aquí mientras Dios me lo permita”, afirma con determinación.
La Fundación Jesús de Nazaret no es solo un refugio físico, es un hogar lleno de amor para aquellos que la sociedad olvidó.
Un lugar donde los abuelos pueden vivir sus últimos días con dignidad y, sobre todo, rodeados de personas que los cuidan y los aman.
La Fundación Jesús de Nazaret abre sus puertas a todos aquellos que deseen colaborar con donaciones para mejorar la vida de los 33 abuelos que acoge.
Los alimentos, medicamentos, pañales y ropa de cama son algunas de las necesidades más urgentes para garantizar su bienestar.
Si quieres hacer una donación, puedes comunicarte al 317 448 1538.
Además, las puertas de la fundación están siempre abiertas para quienes deseen visitar a los abuelitos, compartir con ellos un buen momento y hacerles sentir que no están solos.
¡Tu compañía y cariño pueden hacer una gran diferencia en sus vidas!
Dirección: Carrera 14 # 9-41, San Bosco, Cali.
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