Cali, junio 14 de 2025. Actualizado: viernes, junio 13, 2025 23:07

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15 de mayo, día del educador

Gratitudes por los maestros

Luis Ángel Muñoz Zúñiga
Especial Diario Occidente

El alcalde, el cura y el maestro, otrora fueron los tres personajes más importantes en las comunidades del incipiente país.

Pero llegado el proceso de industrialización y urbanismo, el reconocimiento del maestro se fue desvaneciendo, no porque él menguase dedicación a su ardua misión de educar a las nuevas generaciones, sino porque con sus luchas gremiales desacató su sometimiento a jefes partidistas que sólo los valoraban como ideólogos para la perpetuación de un sistema político tradicional y clasista.

Aquellos maestros mal pagados, pero vestidos de paño y con corbata roja o azul, a quienes el Estado les exigía actitud de funcionarios, a mediados del siglo XX se organizaron gremialmente y decidieron dejar ese rol de portavoces del establecimiento.

Desde entonces los maestros declinaron el abnegado papel social de apóstoles defensores de la tradición y se negaron a seguir como funcionarios estatales, asumiendo el nuevo rol de trabajadores de la cultura y la misión de liderar el cambio social.

Eso explica que hayan sido discriminados por el gobierno y merecido ingratitudes en las comunidades alienadas. “El cura cree que es ateo, el alcalde comunista, y el cabo jefe de puesto piensa que es anarquista”. (El Maestro. Patxi Andión).

Cambian de rol

Al inicio de la educación pública a los docentes les tocaba guiarse con programas oficiales y acreditarse en visitas de los supervisores como buenos administradores de un currículo. El Estado coadyuvó con ese papel permitiendo que los educadores castigasen a sus alumnos, quienes por la fuerza admitían su autoridad.

Pero, desde mediados del siglo XX, en razón que se profesionalizan de licenciados, los maestros cambian los discursos pedagógicos y se organizan sindicalmente en la Fecode.

Entonces el Estado y los legisladores empiezan a considerarlos sus adversarios, reflejándose en los estatutos docentes y en los procesos disciplinarios a que los someten.

El gobierno admite su nueva pedagogía, constructivista, problemática y forjadora de un nuevo país; pero a la vez tilda de adoctrinadores de los jóvenes.

Al mismo tiempo, los padres de familia, direccionados mediáticamente y apoyados por sus representantes en el gobierno escolar, empiezan a desconocer la autonomía de los docentes, afectándoles su misión educativa, de por sí agravada por la adicción de sus alumnos a los celulares y las redes sociales.

“Las buenas gentes del pueblo han escrito al Ministerio y dicen que no está claro cómo piensa este maestro”. (El Maestro. Patxi Andión).

Memoria de gratitudes

Las gratitudes que otrora eran sinceramente profesadas, hoy están casi extinguidas. En homenaje a su día, el Diario Occidente, las reivindica.

A pesar de preponderantes realidades bélicas y de nuevos problemas sociales, gracias a la acción educativa de los maestros, el mundo tendrá una segunda oportunidad sobre la tierra y vivirá para contarla. Entre otras voces gratas, recordemos a Edmondo De Amicis, Albert Camus y Ernesto Sábato.

Qué falta nos hace revivirlas, por ejemplo, tras revisar las páginas de “Corazón”. “Respeta y quiere a tu maestro, hijo mío.

Quiérele porque tu padre lo quiere y lo respeta; porque dedica su vida al bien de muchos chicos, porque despierta e ilumina tu inteligencia y te educa el corazón; porque un día, cuando seas hombre y ya no estemos en el mundo ni él ni yo, su imagen se presentará con frecuencia en tu recuerdo al lado de la mía, y entonces, ciertas expresiones de dolor y de cansancio en su rostro apacible y honrado, en las que ahora no reparas, las recordarás y te causarán pena, aún pasados treinta años.

Quiere a tu maestro, porque pertenece a la gran familia de cincuenta mil docentes, que son como los padres intelectuales de millones de chicos que crecen contigo” (Edmondo De Amicis).

Carta a Germaín

Albert Camus, tras recibir el Premio Nobel de Literatura, el 19 de noviembre de 1957 le escribe una carta de gratitud a su maestro Louis Germaín.

“Querido Señor Maestro: He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted.

Sin usted, la mano afectuosa que tendió al pobre niñito que era yo, sin su enseñanza y ejemplo, no hubiese sucedido nada de esto.

No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y le puedo asegurar que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso continúan siempre vivos en uno de sus pequeños discípulos, que, a pesar de los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido. Le mando un abrazo de todo corazón. Albert Camus”.

Con otra carta, el maestro Germain, esto le responde a su preciado alumno: “… antes de terminar, quiero decirte cuánto me hacen sufrir, como maestro laico que soy, los proyectos amenazadores que se urden contra nuestra escuela. Creo haber respetado, durante toda mi carrera, lo más sagrado que hay en el niño: el derecho a buscar su verdad”.

Profesor de adolescencia

Ernesto Sábato, autor de “El túnel”, “Sobre héroes y tumbas” y ”Abaddón el exterminador”, en el ensayo “Apologías y rechazos”, expresó admiración por aquel buen profesor de su adolescencia: “A medida que pasan los años, ahora que la vida nos ha golpeado como es su norma, a medida que más advertimos nuestras propias debilidades e ignorancias, más se levanta el recuerdo de Pedro Henríquez Ureña, más admiramos y añoramos aquel espíritu supremo.

Aquel humanista excelso, quizá único llegaba con su portafolio cargado de deberes de chicos insignificantes, deberes que venían corregidos con minuciosa paciencia y con invariable honestidad, en largas horas nocturnas.

Los que tuvimos la suerte de ser sus alumnos somos testimonios de aquella manera suya de enseñar y nosotros aprenderle por sus buenos ejemplos”.

Pero, Ernesto Sábato, así como elogia al buen profesor, también detesta al autoritario: ”Es el profesor que ve en el alumno a un enemigo potencial, no a un hijo que debe amar; el que practica una disciplina coercitiva, muchas veces para ocultar su ignorancia; el que fabrica repetidores y memoristas, que castiga en vez de formar y liberar; el que califica con bueno al mediocre que acata sus recetas y se porta bien”.


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