Realidades de esta pesadilla

José David Solís Noguera

El aumento de los días de aislamiento preventivo pone a la ciudad al borde de una crisis humanitaria y a la Alcaldía en máxima alerta.

En estas últimas semanas, en el oriente de Cali, en barrios como Pizamos, El Vallado, Mariano Ramos y Comuneros, no sólo se han evidenciado una serie de manifestaciones sociales de sus habitantes pidiendo ayudas humanitarias, sino que también se han incrementado las disputas entre vecinos debido a la realización de fiestas y rumbas en un periodo donde deberíamos estar aislados socialmente.

Aunque comprendo que la gente en su desesperación por no contar con un plato de comida en sus hogares salga a expresar sus necesidades, no comparto, ni jamás estaré de acuerdo en el cierre de vías, en saqueos o en daños a bienes públicos.

Según datos oficiales suministrados por la Secretaria de Salud de Cali, comunas como la 13 y la 15 en el Distrito de Aguablanca, reportan un número significativo de casos de personas contagiadas por Covid-19 y, tristemente, también son las que más indisciplina social generan en este momento.

Aquí es donde la Alcaldía deberá exigir al gobierno nacional los recursos y el apoyo necesario para garantizar – durante estas dos semanas más de cuarentena – la alimentación de las familias más vulnerables, y a su vez, aumentar el pie de fuerza para evitar desmanes y acabar con el “relajo” de esas personas que no acatan las medidas sugeridas por expertos y exigidas por el gobierno.

Mientras nuestros médicos, personal de la salud y el equipo del Alcalde libran una ardua batalla, muchos irresponsables ven esta crisis del coronavirus como un período de vacaciones donde pueden hacer lo que quieren sin Dios y sin ley.

¡Conciencia, por favor!

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