Célimo Sinisterra

Genocidas con investiduras de conquistadores

Célimo Sinisterra

Muchos consideran que la llegada de Cristóbal Colón a lo que hoy es América transformó al mundo y mejoró la raza.

Esto último se diseminó por toda la costa del Pacífico hasta el punto de que una negra o un negro incluso le prendían velas a los santos con el propósito de que sus hijos fueran mulatos, es decir, hijos de un blanco y una negra.

Ellos consideraban que debido al color de la piel, su descendencia sería de mejor casta. Esta percepción fue inducida por los españoles debido al eurocentrismo y etnocentrismo que se impusieron durante más de tres siglos como una clara forma de dominio y estatus.

Cuando hablamos de conquistadores, de inmediato se nos viene a la mente personajes que en su momento fundaron ciudades y pueblos, y sobre todo, llegaron con la investidura de seres supremos a quienes había que obedecer sin cuestionar.

Hoy, sin embargo, vamos a contar la verdad pocas veces cantada acerca de algunos de estos mal llamados conquistadores que se adueñaron del hemisferio para enriquecerse.

Entre ellos se repartieron el continente y poco a poco fueron sometiendo a los aborígenes, exterminando sus pueblos y sus culturas.

Asesinaban, violaban y embarazaban a las indígenas, lo que provocó un mestizaje del cual hoy está lleno el continente.

Pedro de Añasco

Este hombre, lugarteniente de Sebastián Moyano alias Belalcázar, tuvo la responsabilidad de llevar a cabo su “trabajo” en el departamento del Huila.

Allí, en compañía de un centenar de soldados, exterminaron varios pueblos indígenas y fundaron el municipio de Timaná. Pero la historia no termina ahí.

Entre los años 1520 y 1539, surge una figura aborigen con gran destreza y sobre todo con mucho odio hacia los conquistadores.

Se llamaba Gaitana o Guaitipan.

Esta mujer, al igual que otros caciques, se negó a pagar impuestos a Pedro de Añasco, lo cual provocó la ira y la venganza del conquistador.

En un día como hoy, Pedro de Añasco ordenó buscar al hijo de Gaitana, prendió fuego y, sin ninguna piedad y delante de su madre, lo llevó a la hoguera hasta verlo morir calcinado.

En ese momento, Gaitana se cubrió el rostro con las manos para no presenciar tanta crueldad, mientras que los soldados del criminal de Añasco le destaparon el rostro para que viera morir a su hijo.

Sebastián de Belalcázar

Apodado el adelantado, es considerado uno de los más destacados conquistadores.

Sin embargo, ningún maestro o historiador se ha ocupado de contar la verdad sobre sus crímenes y avasallamiento hacia los negros y aborígenes.

Este hombre, quien llegó en el tercer viaje de Colón en el año 1498, mató a miles de aborígenes en lo que hoy es Popayán, comenzando por los caciques.

Hurtó todo el oro de los indios Timba, mató al cacique Jamundí en lo que hoy es Jamundí, asesinó al cacique Petekuy en lo que hoy es Santiago de Cali, y en compañía de muchos soldados vasallos violaron a casi todas las indias que se cruzaban por sus caminos.

A Sebastián de Belalcázar también se le atribuye la muerte de su hermano de raza Jorge Robledo, fundador de Cartago, y por la masacre de cientos de aborígenes en Cajamarca Tolima. Por fortuna, la corona española se dio cuenta de sus crímenes y en 1551, cuando pretendía regresar a España con un cargamento de oro, fue sometido a juicio y fusilado.

Francisco Pizarro

Este hombre pasa a la historia mal contada como un colaborador en la expedición que consiguió descubrir el mar del sur en compañía de Vasco Núñez de Balboa. También fue gobernador de Nueva Castilla; sin embargo, nadie cuenta los crímenes que cometió contra los aborígenes del Perú. Mató a tantos que nunca se podrá cuantificar la cifra, según narra Pedro Cieza de León.

Uno de los crímenes más aberrantes fue contra la vida del cacique Atahualpa. Este aborigen era uno de los hombres más importantes del Perú; sin embargo, Pizarro lo capturó, lo obligó a llenarle una alcoba de oro y luego le preguntó cómo quería morir, si en el fuego o ahorcado. Al fin y al cabo, lo asesinó y, lo peor, en presencia de sus soldados para que tomen ejemplo.

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