La post verdad empezó hace una década; el Brexit y la elección de Donald Trump son ejemplos famosos del impacto que tiene en la formación de la opinión pública y en las decisiones de los ciudadanos.
En Colombia, el plebiscito fue la primera elección en la que vimos la post verdad de cerca y estas elecciones están en la misma línea.
La post verdad se aprovecha del comportamiento humano que se mueve en torno a las emociones y a las creencias personales, encontrando en el miedo y en los odios conectores infalibles.
Durante esta campaña he visto noticias falsas de toda índole, difíciles de desvirtuar aún para los más informados. Los magos de estos contenidos saben que un tweet, una foto adulterada, un cuento en Facebook o un documento falso bien hechos son suficientes para convertir un invento en verdad.
¿Quiénes están detrás de todas estas mentiras tan bien montadas? Mi teoría es que principalmente son las mismas campañas.
El fin justifica los medios y con tal de llegar al poder aprovechan las nuevas tecnologías, las redes sociales y la ingenuidad de los ciudadanos.
El momento es oportuno.
Los ciudadanos desconfían; los políticos están desprestigiados; los medios se alinean; las encuestas se manipulan; la sociedad se polariza y a ese mundo llega la post verdad fácilmente.
¿Qué va a quedar después? ¿Cómo va a actuar una sociedad que pierde el valor de la verdad? ¿Cómo vamos a convivir si ya no se sabe en qué o en quién creer? Detrás de cada post verdad hay una persona creativa, capaz de producir excelentes contenidos.
Es imperdonable que se use este talento para minar la verdad.
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