Empezaron con las pedreas a “Timochencho”. Muchos las justificaron por la naturaleza del protagonista. Siguieron los insultos a Uribe. También fueron celebrados por sus opositores. El mismo día, se registraron pedreas contra Petro.
Polarizar es una estrategia política que solo le aprovecha a los candidatos y de la cual salen perdedoras la sociedad y la democracia.
Hace cuatro años también fue usada pero se apeló al miedo para impulsarla. Lo grave es que ahora se está fomentando el odio para captar votos. La polarización empezó en los discursos de los candidatos, se trasladó al diálogo de los ciudadanos y fácilmente llegó a las calles.
En una sociedad como la nuestra es fácil pasar de los insultos y abucheos a los huevos, las piedras y a las balas. ¿Es eso lo que queremos? A eso es a lo que nos llevan, no las posiciones divergentes, sino las pasiones y los resentimientos convertidos en discursos políticos.
No sé si los candidatos vayan a cambiar el tono, en últimas ellos se están disputando un botín muy lucrativo y harán lo que sea para ganar la contienda.
Los que debemos cambiar somos los ciudadanos siendo capaces de escuchar y argumentar sin ofender o agredir. Colombia seguirá por un buen rumbo si conservamos la diversidad de opiniones y criterios. Si la derecha llega al poder, un centro y una izquierda fuertes evitarán los excesos.
La fórmula se aplica si el resultado es inverso. En ese sentido, espero que el próximo domingo la composición del Congreso sea variada y que todas las fuerzas queden fortalecidas. En esta coyuntura, el país necesita un real equilibrio de poderes. Una razón más para votar el próximo domingo.
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