Con profunda tristeza recibo la noticia del sensible fallecimiento de una mujer que no sólo trabajó en silencio por una mejor ciudad sino que me abrió su confianza en algún momento de mi vida para trabajar por Cali desde la Fundación Jera, organización de la cual ella era miembro activo y vital. Diana Casasfranco, mujer de tesón, dulce, afectiva, discreta y apasionada por los procesos sociales, – de decisiones firmes y con un alto nivel de conciencia social, – decidió dejarnos para emprender un viaje eterno.
Diana soñaba con una ciudad más justa, más bella y humana y por eso no escatimaba esfuerzos para unirse o liderar silenciosamente grandes proyectos para Cali. La Unidad de Acción Vallecaucana, fue una de sus casas más queridas donde entregó alma y corazón. Diana, no sólo vivió a plenitud su vida, sino que supo contagiar de esperanza a quienes acompañaban la construcción de sus sueños.
Cali, hoy ve partir a una mujer que trabajó con discreción por cambiarle la vida a muchas personas y con el altruismo que la caracterizó supo silenciar su imagen para que su amor por una mejor ciudad no fuera público. Para muchas personas, su nombre no se encuentra en la agenda visible por la simple razón de que siempre asumió “el hacer” sin la necesidad de que se mencionara su nombre.
Hoy, gracias a Carolina Jaramillo, directora del Museo MULI, Diana Casasfranco será recordada por siempre desde la sala de exposiciones bautizada en su honor. Diana, de palabras oportunas, de abrazos aguerridos y contundentes y de gran visión aprendió a volar entre tanta gente de pie. ¡Fuerza para su familia!
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