Pese a las fuertes sanciones y altas multas económicas para quienes conducen vehículos en estado de embriaguez, en Cali, durante las últimas semanas, se han disparado las cifras de accidentes de tránsito donde se han visto involucrados conductores alicorados.
Sobre la idea de “a mi no me pasa nada”, muchos conductores de todas las clases sociales, edades y sexo están excusando su irresponsable decisión de tomar el volante con tragos en la cabeza y siguen incurriendo en esta terrible y peligrosa costumbre que termina en muchos casos causando la muerte de personas inocentes. ¿Qué más necesitamos para cambiar esas irresponsables acciones? ¿Será que debemos tener más controles operativos que apliquen la normatividad vigente? Es aquí donde considero que pensar en una conciencia colectiva es clave para entender que no habitamos solos y que nuestra existencia también depende de los demás.
Aunque la educación y el ejemplo de los adultos en el hogar tiene una influencia directa en la familia, resulta clave darnos cuenta que por más justificaciones que tengamos frente a diferentes comportamientos, usted y yo somos corresponsables de ejercer una existencia en sociedad, donde debe primar el respeto a la vida y la integridad colectiva. Aunque la enseñanza y promoción de la seguridad vial está reglamentada en Colombia, desde las instituciones educativas no se está incentivando de la mejor manera la formación de conductas seguras en la vía.
Trabajar desde el colegio y la universidad la producción de conciencia colectiva será importante para reducir el número de choferes ebrios y realizar verdaderos esfuerzos institucionales con serias campañas de sensibilización será lo que permita disminuir los índices de accidentalidad en la ciudad.
Comments
Fin de los artículos
No hay más artículos para cargar