Gustavo Álvarez Gardeazábal

La crónica de Gardeazábal

Quizás el enemigo esté adentro

Gustavo Álvarez Gardeazábal

Hace exactamente un mes, el 28 de junio, en mi crónica # 205 dije: “…lo que si es preocupante, y agrava el panorama más aún, es que pudiera existir información en manos de quienes dispararon para atacar el helicóptero en donde viajaban el presidente, los ministros y el gobernador y no a la otra aeronave similar que le servía de mísera escolta”.

El 3 de julio, en mi crónica # 207 dije: “¿Por qué el Jefe de la Casa Militar de Palacio no dispuso que soldados del cuestionado Batallón de Cúcuta o agentes de la Policía acordonaran en alguna forma la pista del aeropuerto de la capital de Norte de Santander? Y, como si fuera poco, ¿Cual sería la razón para que el viaje presidencial a una zona de tanto conflicto como el Catatumbo solo tuviese como escolta un helicóptero cuando allá hay por lo menos desplazados 15 de esos aparatos?”

Y recalqué ese mismo día : “….Pero así como no han podido averiguar, ( o contarnos), quienes estaban exactamente detrás del atentado contra el Batallón de Cúcuta, ahora tampoco podrán hacer un seguimiento a los distintos despachos donde se anunció la visita presidencial y, en especial, a la actividad de mínima prevención que debe haber desarrollado la llamada “ avanzada” oteando que la pista del aeropuerto estaba cerca de un barrio desde donde alcanzaba a disparar uno de los fusiles que mostraron haber encontrado en un pastizal.

Pensar entonces que la clave la puede tener la bomba del Batallón o la existencia de una célula opositora incrustada en el Ejército, no es descabellado. ”Hasta allí mi cita de aquel 3 de julio.

La Fiscalía General y el gobierno han hecho pública la investigación y corroborado que efectivamente la bomba del Batallón estaba unida al ataque al helicóptero, pero lo que no parece que hubiesen investigado es la actuación por lo menos descuidada del Jefe de la Casa Militar de Palacio ni la senda recorrida por la información del viaje dentro de los despachos de la Casa de Nariño para que los autores del atentado pudieran estar tan bien y tan rápidamente informados del periplo presidencial y sobre todo de cuál era el helicóptero que lo trasportaba.

No se necesita ser detective para sospechar entonces que la Casa de Nariño está por lo menos chuzada o que los verdaderos enemigos del presidente Duque no están en el Palacio de Miraflores en Caracas, desde donde evidentemente protegen a los guerrilleros, sino en la misma sede presidencial colombiana, desde donde les soplan datos tan valiosos para intentar asesinar al presidente de Colombia.

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