Cali, junio 2 de 2023. Actualizado: viernes, junio 2, 2023 16:53
La incertidumbre que se vive en Venezuela por cuenta del crítico estado de salud del presidente Hugo Chávez ha dejado al descubierto algo que era un secreto a voces: la fragilidad institucional del Estado, por cuenta de la concentración de poder del chavismo y la falta de contrapesos que impidan que el partido de gobierno evada la obligación de convocar a elecciones ante la imposibilidad del gobernante reelecto de posesionarse el próximo jueves 10 de enero, cuando inicia un nuevo periodo presidencial.
Tanto las versiones oficiales, que hablan de una infección pulmonar que le causó una insuficiencia respiratoria, como las extraoficiales, que hablan de un estado casi agónico, indican que Chávez no podrá estar en Caracas el día de la posesión; y la constitución de la vecina nación es muy clara cuando dice que el presidente debe juramentarse ante la Asamblea Nacional, o, de lo contrario, como parece que ocurrirá, tendrá que convocarse de nuevo a elecciones.
Sin embargo, las declaraciones de las cabezas de todos los poderes públicos de Venezuela, en manos del chavismo, se han dedicado a plantear diferentes alternativas para evadir la convocatoria a un nuevo proceso electoral que los ponga en riesgo de perder la Presidencia de la República.
Producto del poder acumulado en las reelecciones, el chavismo no sólo ha logrado controlar el estado nacional, sino que también tiene hoy en su poder el 85% de las gobernaciones (20 de 23), lo que representa un grave riesgo para la democracia en este momento en el que podría violentarse la ley venezolana para garantizar la continuidad de Hugo Chávez como presidente, aunque por sus lamentables condiciones de salud no esté en condiciones de asistir a la toma de juramento y menos de gobernar. Lo grave es que todos los organismos que podrían impedir que se transgreda la constitución están controlados por el chavismo.
Con todas sus imperfecciones, el modelo de Estado colombiano, donde hay pesos y contrapesos, y también inhabilidades e incompatibilidades, es mucho más avanzado que el del vecino país, donde la delicada salud de su presidente, y la instrumentalización de la misma como estrategia para mantener el poder, tiene también en vilo a su ya debilitada democracia.
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