Cali, diciembre 7 de 2024. Actualizado: sábado, diciembre 7, 2024 00:11
Lo peor que puede pasar es que los órganos de control tomen partido en la campaña presidencial.
En medio de la cada vez más marcada polarización que se vive en esta campaña por la Presidencia de la República, construida a partir de escándalos, preocupa que instituciones, que se supone deben mantenerse al margen de la contienda política, empiecen a tomar partido.
Esta campaña muestra un retroceso institucional, pues si ya es grave que los candidatos hayan cambiado las propuestas por los ataques, más grave es que haya dudas sobre la pérdida de equilibrio por parte de instituciones estatales en teoría ajenas a lo electoral.
De un lado creen que la Fiscalía protege y le hace campaña a su contraparte, y del otro piensan lo mismo con la Procuraduría. En medio de semejante pelea, lo que se espera de ambas instituciones es que salgan a defender a los ciudadanos, pidiendo respeto para el electorado, no que tomen partido y se conviertan en el “brazo armado” de una campaña o de la otra.
Los órganos de control no deben prestarse para enrarecer el ambiente. Por encima de las preferencias políticas de quienes están al frente de ellas, estas instituciones no pueden actuar con discrecionalidad electoral. Por ello es tan grave que se dude de la independencia de la Fiscalía y de la Procuraduría para actuar en los escándalos que salpican a las campañas de los candidatos que lideran la intención de voto para la Presidencia de la República.
En esta campaña, la politiquería se salió de “sus justas” proporciones y se desbordó, ocasionando una involución democrática sin antecedentes en la historia del país.
Todo esto, en el fondo, es propiciado por la figura de la reelección, que acabó con el equilibrio político, y lleva a quienes están en el poder a utilizarlo a toda costa para mantenerlo, y a quienes están por fuera a hacer lo que sea para ganarlo.
Ojalá que en medio de tanta insensatez, quien sea elegido presidente tenga el valor y la responsabilidad suficientes para acabar con la reelección y devolverle a Colombia lo que perdió políticamente con la aprobación de esta figura.
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