En el evento al que asistió en Cali el pasado fin de semana, para conocer la experiencia exitosa del trabajo social que realizan el sector empresarial de Cali y líderes juveniles de los barrios populares, que hacen parte de la iniciativa Compromiso Valle, el presidente Gustavo Petro concentró su intervención en la defensa de los 200 jóvenes de la primera línea que están privados de la libertad por su presunta participación en hechos delictivos durante el paro nacional de 2021.

Los jóvenes que asistieron al evento esperaban que el mandatario les hablara de oportunidades concretas de educación y empleabilidad, muchos de ellos hicieron parte de la “primera línea”, pero más allá de participar en los bloqueos no atentaron contra la vida de nadie ni destruyeron bienes públicos ni privados y hoy lideran proyectos de impacto social en sus comunidades.

¿Qué pensarán estos jóvenes, que protestaron de manera pacífica y que hoy son líderes transformadores, al escuchar que el presidente de la República continúa encasillado en la defensa de quienes cayeron en excesos, cuando debería dedicarse a trabajar de la mano con quienes están ayudando a construir un mejor futuro?

Es un error calificar como una “venganza” la captura de quienes están imputados por delitos que van desde daño en bien ajeno y violencia contra servidor público hasta concierto para delinquir, secuestro simple, homicidio y tortura, pues durante el estallido social fueron millones los jóvenes que salieron a las calles, y solo 200 están presos y señalados de acciones ilegales.

El presidente Petro debe ser más responsable en sus afirmaciones al respecto, porque además de que estimula odios, puede incentivar una errada convicción en torno a que la juventud y la protesta son salvoconductos para delinquir.
Lo que se espera del mandatario es que les dé la mano a los millones de jóvenes pacíficos que hay en Colombia y necesitan una oportunidad.

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