En algunos países se viene imponiendo la medida de vacunación obligada o confinamiento permanente. Ello implica para el ciudadano que no desea cumplir con el proceso de inoculación que se imponga la medida restrictiva en su movilidad. En nuestro caso, la obligatoriedad de presentar el carné de vacunación para el ingreso a establecimientos públicos se convierte en una verdadera sanción social para quien, por alguna motivación personal, no se ha sometido a esta medida de orden sanitario.
Indudablemente que es un asunto de mucha controversia, porque de un lado están quienes creen que el cuidado personal es fundamental para evitar la propagación del virus, decisiones estas, que pretenden la conservación del valor más preciado en una sociedad, que es la propia vida. Pero del otro lado están quienes opinan que se violaría el principio a la libertad personal de llegarse a imponer una sanción de tal naturaleza. Sin embargo, el hecho mismo de exigir el certificado de vacunación para disfrutar del acceso a un restaurante, centro comercial o cualquier otro lugar de asistencia nutrida es ya una verdadera discriminación social para quien ha tomado la decisión de no hacerlo.
Lo cierto es que debemos asumir una postura coherente frente a la conservación de la vida y el respeto a quienes han tomado las precauciones recomendadas para evitar la infección, porque no se trata de lastimar el derecho a quienes han acatado los requerimientos de las autoridades de salud. Hoy más que nunca es necesario acudir a la conciencia colectiva para entender que si nuestra posición personal afecta el derecho de terceros para proteger la salud, debemos abstenernos de participar de actividades en donde se interactúe con nuestros congéneres como un gesto confianza y respeto para con los demás. También es menester que quienes están vacunados y siguen usando el tapabocas regularmente entiendan la postura íntima y personal de aquellos que definitivamente no se van a vacunar. Creo que la toma de decisiones sobre este particular por parte de los gobiernos no puede ser para discriminar sino para propiciar espacios de convivencia entre partidarios de una u otra opción para conservar nuestra salud.
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