María Sol Navia

No destrozar los partidos

María Sol Navia V

Los partidos políticos son indispensables para la existencia y funcionamiento adecuado de una democracia, estos deben ser fuertes, organizados, institucionalizados.

En sus inicios, la democracia moderna se desarrolló sin la presencia de partidos tal y como hoy los conocemos.

Pero una vez que surgieron y se consolidaron, nació un vínculo íntimo con la democracia representativa, de tal forma que hoy no se concibe democracia sin partidos.

En las sociedades modernas y democráticas los partidos políticos juegan una serie de relevantes funciones para la sociedad y el Estado: son imprescindibles en los procesos electorales y en la integración de los órganos de representación y de gobierno, en la formación de la opinión pública, en ofrecer a la ciudadanía opciones diversas de gobierno y programas, así como ser canales de comunicación entre el estado y las comunidades y principalmente en cumplir las funciones de pesos y contrapesos frente a un gobierno.

En Colombia los dos partidos tradicionales nacieron y tuvieron arraigo a mediados del siglo XIX, teniendo diferencias ideológicas que ocasionaron enfrentamientos y guerras, agravadas posteriormente por el manejo de burocracia del gobierno. Con el surgimiento en 1957 del pacto del frente nacional para enfrentar la violencia que vivía el país, se inicia un deterioro en la diferenciación ideológica entre estos partidos.

Posteriormente ante los violentos hechos sufridos a fines de la década de los 80s protagonizados por los narcotraficantes aliados con paramilitares y guerrillas, se realizó la constituyente de 1991, que conjuntamente con la de descentralización y reformas electorales buscaba mejorar la calidad democrática, pero terminó por generar un proceso gradual de desinstitucionalización de los partidos tradicionales y su atomización con la explosión de candidaturas personalistas.

Los partidos y movimientos políticos adoptaron la táctica llamada “operación avispa” con la consiguiente escisión de las listas y las microempresas electorales con bajas votaciones, estrategias fragmentadas y pérdida de identidad.

Nuestro presidente, que llegó democráticamente al poder, insiste en que es un demócrata y la importancia de los sistemas democráticos y su preservación. Sin embargo, los hechos siembran profundas dudas sobre la realidad de estas aseveraciones.

Al inicio de su mandato cooptó a los partidos tradicionales, muy distantes de las ideologías que caracterizan al presidente y su gobierno, especialmente el conservador.

Hoy frente a la duras críticas a la reforma a la salud, el presidente hace acuerdos con los partidos, y dicen él y su ministra Corcho, altamente ideologizada y con inmenso repudio hacia la empresa privada, que han incluido los acuerdos en la ponencia, pero ante la falaz afirmación, definitivamente los partidos no marchan a su aprobación; el gobierno decide entonces negociar al detal con cada parlamentario, haciendo uso de la consabida mermelada, desconociendo la ley de bancadas, la integridad, lealtad e institucionalidad de los partidos, buscando acelerar su destrucción y socavando en forma grave la democracia, en la que dice creer y practicar.

Comments

Cargando Artículo siguiente ...

Fin de los artículos

No hay más artículos para cargar