Mario Germán Fernández De Soto

Más pobres

Mario Germán Fernández De Soto

Ante la cruda realidad de un dólar tan caro frente a la devaluada moneda colombiana, tenemos que asumir que cada vez somos más pobres. Si calculamos el valor del endeudamiento externo de nuestro país en divisas, que representa el 49,4 % del P.I.B., es decir, que estamos destinando la mitad de lo que ganamos a pagar los créditos.

Al convertir esto a pesos, podemos apreciar mejor lo que está sucediendo: el valor nominal del incremento mensual es de US $ 2.316 millones para una deuda externa total de US $ 175.106 millones, lo que significa un 14% más comparado con la cifra del último año.

Al pretender buscar una explicación válida, podríamos comenzar aduciendo el fenómeno inflacionario que vive la economía mundial y especialmente la de los Estados Unidos, la que amenaza con recesión en todas las latitudes, pero, de la misma manera, también es necesario determinar por qué el dólar se acerca vertiginosamente al valor del euro, cuando en los últimos años este estuvo siempre mucho más valorizado, aunque la mayoría de las negociaciones de comercio exterior fluctuaran en torno al tipo de cambio americano.

Por otra parte, pareciera que los resultados de la elección presidencial han causado traumatismos, porque el dolar ha subido más de $650 pesos desde el 19 de junio y, al mismo tiempo, en algunos inversores nacionales produjo una verdadera estampida hacia otros mercados, a tal punto que, las entidades financieras norteamericanas están registrando una captación masiva de dinero proveniente de Colombia, como si existiese un pánico generalizado en determinados ambientes productivos por cuenta de los anuncios pre y post electorales del gobierno que inicia el 7 de agosto.

Es claro, igualmente, que con tal valorización del tipo de cambio, los bienes y servicios que, como en el caso de alojamiento en el exterior, tiquetes aéreos, insumos agropecuarios, materia prima para dar valor agregado a productos de exportación, fletes internacionales y demás mercancías o materiales que no se puedan fabricar a nivel nacional, deben pagarse en dólares, lo que encarece los costos tanto para productores como para consumidores, incluido en lo que corresponde, la afectación que tiene en el precio de los combustibles, que incide aún más en los índices inflacionarios, que ya ascienden a una cifra acumulada en el año a 9,67% y que, de no controlarse oportunamente, generarán una desaceleracion económica que impactaría en la productividad y por supuesto en el empleo.

Lo mismo ocurre con la construcción. en donde la vivienda de interés social está seriamente amenazada por el alza de los insumos.

Ahora bien, más allá de las medidas que deben tomar el Banco de la República y las autoridades económicas, las que serán importantes para el control monetario, como salir a vender dólares en el mercado interno y seguir subiendo las tasas de interés, que entre otras cosas, también pueden ser soluciones contraproducentes, porque de una u otra forma son recesivas en el mediano plazo, lo que tiene que buscarse es una gran concertación entre los actores de la producción, los sectores económicos y el gobierno para ofrecer tranquilidad a los mercados y, por supuesto, a los inversionistas, brindando confiabilidad y garantías para permanecer en el escenario nacional.

No se puede sortear una crisis monetaria acompañada de un alto nivel de inflación asustando a quienes hacen parte del “tejido empresarial” con una reforma tributaria que, aunque necesaria, implica pagar más impuestos.

Hay que discutir abiertamente y acabar con la incertidumbre frente a esta y otras reformas planteadas, que es lo que está causando desconcierto en la economía.

Creo que todos coincidimos en que quienes más tienen recursos deben pagar más y que debe proyectarse en forma progresiva para no afectar la sostenibilidad de los proyectos productivos, así como tampoco golpear el crecimiento económico, la productividad y los ingresos de todos los colombianos.

Tanto el presidente electo, Gustavo Petro, como quien entrega el mandato, Iván Duque, tienen que dejar a un lado las diferencias políticas del pasado, entendiendo que en este momento histórico el país necesita de un consenso nacional para resolver los grandes problemas de Colombia, iniciando con el del “bolsillo” de cada ciudadano, que espera de sus estadistas la madurez suficiente para encontrar una salida segura y efectiva para enfrentar la cruda verdad: Somos más pobres y, por tanto, el Estado tiene la obligación de adoptar las decisiones económicas idóneas para garantizar el desarrollo social y la prosperidad de sus gentes.

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