Crónica de Gustavo Álvarez Gardeazabal

Inundados en pleno verano

Gustavo Álvarez Gardeazábal

Somos un país de permanentes contrastes y aunque tenemos una maldita tendencia a acomodarnos a todo, hay veces que como les pasaba a los arrieros, se nos sueltan las enjalmas.

Es lo que sucede por estos días porque en menos de un año hemos ido de la ceca a la meca hasta inundarnos en pleno verano.

Hace no menos de dos años hablábamos que la cocaína había pasado de moda, que no la estaban comprando y que en el Catatumbo y en el cañón del Plateado arrancaban las matas porque eso ya no era negocio.

No fue sino que los gringos arreciaran el pánico con los zombies del fentanilo en los andenes de las grandes ciudades y que sus sistemas de información crecieran los efectos y condenas a los opioides, hasta satanizarlos, para que los consumidores se devolvieran otra vez por la cocaína y ella, en el último año ha duplicado su precio haciendo que las 250 mil o más hectáreas cultivadas de coca inunden al país de dólares que mexicanos y albaneses pagan en rama y naufragan en el comercio al menudeo.

Pero al mismo tiempo el oro, que ha reemplazado en muchas zonas el poder coquero del Clan, ha pasado en un año de 1.600 dólares la onza a casi 3.000 con la que roza estos días entrando al país el chorro por alguna parte.

Y como si fuera poco, el café, que puso por años a parir en seco a 500 mil familias cafeteras, saltó en un año de 1,50 dólares la libra a los 4 dólares haciendo pavonear a los otrora chillones campesinos.

La cereza del pastel obviamente la pone el gobierno Petro que ha gastado como loco hasta saltarse la regla fiscal en casi 50 billones.

En palabras de economista, estamos a las puertas de una inflación del carajo, una dañina revaluación, un aumento de la desigualdad, una desviación de las fuentes de trabajo y, ante la proximidad electoral, de un déficit fiscal asustador para acabar de putearse las elecciones.

Algún poeta diría que vamos para la tormenta perfecta porque si algo mata a los países pobres es la plata con su imparable corruptela.

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