Comprendí a los fanáticos que inundaron las redes sociales descalificando la película El Guasón, segunda parte, hasta lograr que fuera retirada de las carteleras.
Esa cruzada salió lanza en ristre minutos después de la premier.
Sabían que en nuestro país el público es manipulable.
No podían permitir que el director decidiera matar a Joker, personaje de historieta, enemigo de Batman, creado por Bill Finger en 1940.
Los fanáticos querían las salas vacías para evitar que aplaudieran al director ahora profanador, sólo aceptaban al Guasón superhéroe, como los griegos a sus dioses mitológicos dueños del destino.
El Guasón debía seguir escéptico al calentamiento global, a las injusticias y las guerras.
En la historia de las historietas a veces un autor decide matar a su superhéroe, como dios creador del personaje tiene derecho a quitarle la vida, aunque pronto nos sorprenda con este otra vez en acción, porque sólo quería probar nuestras lealtades consumistas.
Todd Phillips, director del filme, quiso que en la audiencia judicial fuera el mismo Arthur quien decidiera renunciar a ser Guasón.
Los fanáticos rechazaron la excelente película, solo buscaron evitar que en esta segunda parte, Guasón dejara de ser superhéroe.
Entonces su estratagema para desmotivar al público consistió en clasificar la película como un mero musical, distorsionando así las canciones que contextualizan la historia.
Los fanáticos defraudados, querían emocionarse con un Guasón trastornado, huyendo de abusos, discriminación y violencia.
No soportarían a un Arthur de carne y hueso, sin fama, pero crítico de las mazmorras, de la desgastada justicia, la televisión mediática y el terrorismo.
Ahora sí podrán seguir tranquilos.
Comments
Fin de los artículos
No hay más artículos para cargar