Rodrigo F. Chois

Deseos

Rodrigo F. Chois

Mayo es especial para este géminis y más precisamente el día veintidós. ¿Por qué? porque ese día cumplo años, y en esta ocasión fueron cincuenta y cuatro… Y por supuesto que hubo pastel.

Una a una observo como encienden las velas. Es imposible no percatarse de como a medida que su número aumenta con el pasar de los años; cuando se logra encender finalmente la última vela, la primera casi que se ha consumido totalmente, ¿alegoría de lo efímera que es la vida?

En fin, ya encendidas todas las velas aspiro una bocanada de aire y, segundos antes de expulsarlo con la fuerza suficiente para apagarlas todas con un solo aliento, construyo en mi mente un deseo de cumpleaños.

Logro apagar todas las velas y observo como el humo asciende llevándose consigo mi deseo para entregarlo, según la tradición griega, a los dioses.

Dicen que además de soplar las velas de cumpleaños también podemos pedir un deseo cuando se nos cae un diente de leche y lo ponemos debajo de la almohada para que un hada lo cumpla; que también logramos solicitarlosi vemos una estrella fugaz o si lanzamos una moneda al “pozo de los deseos”. Sea como fuere, debemos tener presente la sentencia que reza: “Ten cuidado con lo que deseas, porque puede hacerse realidad.” Sí, ciertamente puede haber consecuencias al cumplirse un deseo; el rey Midas es ejemplo con su anhelo de convertir todo lo que tocaba en oro.

En definitiva, el humo de las velas se disipó y sonrío porque formulé un deseo con prudencia; prudencia -como dice el villancico español- que hace a verdaderos sabios.

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