Miguel Yusty

Cali: 5:00 A.M

Miguel Yusty

No faltaba más, que ante el trabajo y los indicadores que dejara el excomandante de la Policía Metropolitana, general León, la Administración Distrital decidiera darle apertura a la rumba corrida hasta las 5:00 A.M.

Yo he sido un crítico permanente de las estrategias de seguridad del alcalde Ospina, no solo en su primera administración si no en esta, a pesar de que con él personalmente tengo una cordial relación que no ha sido perturbada, por ninguna de nuestras polémicas pasadas y recientes.

Sin embargo, no puedo aceptar que se hagan cuentas alegres y que de la noche a la mañana haya hecho tránsito la idea de dar la bendición para que los establecimientos nocturnos acojan la decisión de profundizar la transformación de Cali en la gran cantina de Colombia.

Las condiciones y los indicadores de la ciudad son los más oprobiosos de las grandes ciudades capitales del país, llevamos más de 15 años registrando una tasa de 50 homicidios por cada 100 mil habitantes, pues desde el 2007, que se logró llegar a esta tasa después de haber sido de 90 y 100 por cada 100 mil habitantes, la inseguridad y el homicidio en Cali no ha disminuido a la misma velocidad que en Bogotá y Medellín, por ejemplo.

Los alcaldes, todos sin excepción, han ensayado estrategias con ampulosos programas que en nada han servido para reducir la percepción de inseguridad y ahora que se asoma una tendencia de que vamos a quebrar la vergonzosa tasa de 50 homicidios por cada 100 mil habitantes, en unos 4 o 5 puntos, la administración decide calentar motores y levantar la tregua del control, dando lugar para que florezcan en la ciudad cientos y cientos de bares, cantinas, discotecas y estancos que rompen la precaria estabilidad residencial de las familias caleñas.

La administración distrital sabe, por experiencia directa, que para los dueños de establecimientos de vieja data, después de las 3:00 A.M. ya no se vende licor, si no que en las horas restantes surgen riñas y distintas violencias producto del consumo de drogas y alcohol.

Como si esto no fuera poco, también sabe la administración que Cali en sus sectores marginales y después de la avenida Simón Bolívar no tiene control, pues desde antaño la rumba dura tres días y los homicidios suben como espuma.

En la situación actual y con rigurosos estudios que indican que hay una expansión sostenida del consumo de drogas y una guerra sin cuartel por el control de los corredores para la venta de todo tipo de drogas, es poco responsable darle patente de corzo a las bandas criminales para que continúen consolidando a Cali como la capital del sicariato de Colombia.

No olvidemos que al general Naranjo, siendo comandante de la policía metropolitana de Cali, lo despidieron en el 2003 con la matanza indiscriminada en la discoteca Cañandonga.

La relación entre consumo de alcohol, drogas, el homicidio y el accionar del crimen organizado es una mezcla que seguirá deteriorando la percepción de seguridad de nuestra ciudad.

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