Hermosa canción colombiana. Ella me permite opinar sobre algunas situaciones que no ayudan para nada a la tranquilidad nacional, empezando por las “benditas” reformas del gobierno del “pacto patriótico” (¿¿??).
Penosa reiteración del tema pero que le hacemos, si lo propuesto en vez de mejorar, decrece. Sí somos conscientes que el país necesita reformas, pero no así, al estilo de países hermanos que realizaron lo mismo y las consecuencias son funestas. Si Cuba no fuera una isla seguramente ya estuviera desocupada y, Venezuela, por mencionar algunas, obliga a sus nacionales a buscar nuevos destinos a través de trochas y “huecos”.
Por nuestros lares empezamos mal con una reforma a la salud que buscaba o, busca, regresarnos a un sistema caduco, estatal, sin tecnología moderna, politizado.
Alguien decía que “todo lo que tocan los gobiernos funciona mal”, y pruebas fehacientes existen muchas. Pero lo peor es que ante lo propuesto, ocurrió algo peor, intervenir, cuando comprobado está que la intervención estatal no mejora nada, al contrario. Con solo quitarles el manejo de los dineros de las IPS y establecer normas para que corrijan las EPS su atención y bienestar de los usuarios, era suficiente.
Asimismo, la reforma pensional deja, entre otras cosas, un segurísimo hueco fiscal hacia el futuro, a sobrevivientes (sustitución pensional) sin derechos y un ilegal impuesto a la renta del 35%, prohibido en el artículo 48 de la Constitución Nacional, que, conllevan a dos cosas: que la “mermelada” no es buena para congresistas que por incapacidad en unos casos y por ganas de billete en otros, se equivocaron en contra de sus votantes y que, seguramente se caerá en la Corte Constitucional.
Y están en otra bastante delicada: la reforma laboral, que establece un poder inmenso a los sindicatos a los que prácticamente, no solo se les deja la defensa de conquistas laborales de sus afiliados sino también la coadministración de las empresas, lo cual desdibuja enormemente, el propósito de quienes invierten sus fortunas en crear empresas y brindar empleo. Es una forma ideológica de darle duro a los “ricos” y darle más importancia al asistencialismo que no es otra cosa que una forma populista para mantener el poder del Estado así se pauperice el desarrollo y la nacionalidad.
Quiera Dios que el gobierno reflexione y escuche.
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