Han pasado diez años desde que llegó a su cumbre papal y cada vez nos sorprende más.
Habla del matrimonio igualitario o del mismo sexo sin reproches, del aborto, no luce los carísimos zapatos rojos de su antecesor ni cuelga en su pecho la cruz de oro sino una sencilla, que al parecer es de madera, entre otras apuestas que siguen mostrándonos a un ser humano, más allá de su superlativa posición mundial.
Es un Papa que ha dejado con la boca abierta a más de un radical de la iglesia católica, pero afincado en muchos de los pilares que hacen parte de la organización más poderosa y antigua de la humanidad.
Hablando entonces de un Papa más humano, recordé la novela de Evelio José Rosero titulada “Plegaria por un Papa envenenado”, basada en los acontecimientos reales de la muerte de Albino Luciani, quien se llamó Juan Pablo I y duró solo treinta y tres días en su mandato, luego de haber hecho una serie de descubrimientos al interior del Vaticano.
Relata Evelio José, en su novela, anécdotas de Juan Pablo I en su papado, y queda uno – en algunas páginas- sonrojado.
Así veo a Francisco, como decidió llamarse Jorge Mario Bergoglio, quien dejó de decir “oren por mí”, tal vez, evitando la egolatría de su natal Argentina.
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