Mario Germán Fernández De Soto

Armar no es el camino

Mario Germán Fernández De Soto

Tengo la firme convicción que armar a la ciudadanía no es la solución para resolver la inseguridad que estamos viviendo.

Porque una cosa es el derecho a la legítima defensa y otra, muy distinta, es pretender facilitar el porte de un arma a quienes no cuentan con la idoneidad para dispararla.

Reconociendo que padecemos un alto nivel delincuencial, no es dizque flexibilizando el porte legal de armas como se resuelve en forma definitiva el accionar de las organizaciones criminales, cuando los colombianos necesitamos es de instituciones que protejan nuestra integridad y bienestar.

Lo que está en discusión es la defensa de la vida, los derechos humanos, la soberanía de la justicia y la aplicación de los principios del estado de derecho.

El ciudadano necesita que la justicia actúe de manera eficaz y oportuna en defensa de sus legítimos derechos.

Por ello, no comparto el propósito del proyecto de ley que busca armar a más personas a quienes se les trasladaría la potestad de ejercer justicia con el argumento de una legítima defensa.

Es abiertamente contraproducente una medida de esta naturaleza en el país, como quiera que está demostrado que cuando existe mayor disponibilidad de armas aumentan las cifras de homicidio.

En 2017 en Colombia habían 4.971.000 armas de fuego en manos de civiles; de ellas sólo el 14% tenían porte legal. Por lo que seguir legalizando de manera generalizada dispararía los niveles de violencia en el contexto nacional.

Portar un arma como una medida preventiva puede terminar en un verdadero desastre personal para quien carezca de experticia en la materia, con pretexto de garantizar su propia seguridad.

Un estudio de la Fundación Ideas para la Paz demostró incluso que personas debidamente entrenadas tenían mayores posibilidades de terminar asesinadas si portaban un arma de fuego, a lo que añado que podría igualmente incrementarse el fatal número de suicidios.

Llevar un arma de fuego no es un juego, es un verdadero desafío al usarla, para defender la vida o para provocar la muerte. Armar no es el único camino, también lo es prevenir y denunciar.

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