Cali, febrero 18 de 2025. Actualizado: lunes, febrero 17, 2025 21:52
Luis Ángel Muñoz Zúñiga
Especial Diario Occidente
El 30 de mayo de 2023, falleció Heriberto Fiorillo , nacido en Barranquilla en 1952, distinguido periodista, escritor, cineasta y gestor cultural.
Comunicador y periodista egresado de la Universidad Javeriana, que se inició en los diarios El Heraldo y El Espectador.
Dirigió la Fundación Cultural La Cueva de Barranquilla, fue gestor del Carnaval Internacional de Las Artes, pero, sobre todo, se le reconoció por ser uno de los amigos más cercanos de Gabriel García Márquez y por reconstruir La Cueva, el bar donde en los años cincuenta y sesenta se reunía el Grupo de Barranquilla.
En 1978, Colcultura publicó “Crónicas sobre el grupo de Barranquilla”, de Alfonso Fuenmayor, pero los lectores sólo obtuvieron ideas claras sobre ese grupo de intelectuales de que hizo parte Gabriel García Márquez, tras la publicación de “LA CUEVA. Crónicas del Grupo de Barranquilla”, abril de 2002, de Heriberto Fiorillo.
“LA CUEVA es el más completo aporte a la investigación que hace décadas venía ocupando a los estudiosos de la literatura colombiana –opinó Oscar Collazos-. Ahora, los sobrevivientes de la Cueva podrán mirarse en el espejo de la memoria que le acaba de instalar el último de sus cronistas”. Fiorillo, dos años después, fue el reconstructor material de La Cueva.
La Cueva, que en sus inicios tuvo como nombre El Vaivén, era una tienda de barrio, de propiedad de Eduardo Vila, donde las señoras conseguían víveres y los cazadores de la región hallaban utensilios para sus faenas nocturnas.
Mientras llegaba la hora de internarse en el bosque, allí se deseaban suerte para cazar jabalíes y tigres, tomando tintos o algunas cervezas.
Con el correr del tiempo, la tienda de barrio El Vaivén, se transformó definitivamente en un bar con el nombre de La Cueva, que tuvo la particularidad de contar como clientes a abogados, políticos, empleados públicos, periodistas, escritores y artistas.
Las conversaciones en las mesas tornaban un ambiente intelectual. Así, la asistencia escuchaba a algún poeta declamar sus versos, un periodista que verbalmente ampliaba la noticia, un escritor leer sus cuentos o el artista de turno explicar su obra pictórica.
Heriberto Fiorillo, recordaba que vivía a dos cuadras de La Cueva y pasaba por el lugar tomado de la mano de su padre que lo llevaba al cine San Jorge.
En La Cueva se daban cita, entre otros intelectuales, Álvaro Cepeda Samudio, Gabriel García Márquez, Germán Vargas, Roberto Prieto, Juan B. Fernández, Alfonso Fuenmayor, Alejandro Obregón, Enrique Grau, Nereo López, Enrique Scopell.
Heriberto Fiorillo no se conformó con su libro “LA CUEVA, Crónicas del Grupo de Barranquilla” (abril de 2002).
Dos años después, cuando preside la Fundación Cultural La Cueva, emprende el proyecto de reconstruirla hasta que reabrió sus puertas el 28 de agosto de 2004, con el lema “Aquí nadie tiene la razón”.
El mismo Fiorillo anunció el hecho cultural a través del diario El Tiempo (22-08-2004), con un informe que tituló: “Renace el mítico lugar de encuentro de Gabo y sus amigos intelectuales. La Cueva: bar abierto”.
“A partir del domingo -anunció Fiorillo- peregrinos del universo visitarán La Cueva de Barranquilla con la misma curiosidad con la que turistas religiosos caminan a La Meca, pero vendrán a conocer aquí en cambio aquel sitio profano donde un grupo de escritores, pintores y fotógrafos de Colombia, se dedicaron, sin jamás tomarse en serio, a ser los mejores amigos del mundo (…) La Cueva está llena de ideas y propone a los gobiernos locales, por ejemplo, institucionalizar la cátedra del Grupo de Barranquilla en universidades y colegios del departamento, mientras sueña con producir el Ron LA Cueva y hacerse a un terreno que le permita crear una escuela de cine en un parqueadero”.
Entre las crónicas de Heriberto Fiorillo, se destaca la seleccionada por Daniel Samper Pizano, incluida en “Antología de grandes crónicas colombianas 1949-2007”, titulada “La radiola más grande del mundo”.
“El cuento no es tan grande. Ya en 1961 animaban ciertos bailes populosos de barranquilla unos equipos de sonido singulares, ascendientes directos del monstruo actual, que llegaron desde Manhattan con los primeros discos de salsa, que desterraron a los viejos traganíqueles de tango y ranchera, y que empezaron a ser conocidos por el nombre de picos (de su original neoyorquino pick-up, aparato fácil de transportar). Un equipo de éstos era, fundamentalmente, un toca-disco manual, un amplificador de alta potencia y dos parlantes, el uno grande, del tamaño de media puerta regular, el otro, pequeño, reproductor de las notas más agudas, casi siempre colgado a una pared o a una columna, por lo que a alguien se le ocurrió bautizarla así, columna. Una sola columna no pareció suficiente para abastecer de música a miles de personas apretujadas en esos lugares al aire libre, de una cuadra de extensión, cercados por tablones y hojas de zinc, con tanta gente chismoseando afuera como bailando adentro. Cuatro, cinco, hasta seis columnas se instalaron, por tal razón en cada bailadero”.
Es rico el legado dejado por Heriberto Fiorillo, como cronista, columnista, guionista, documentalista y director de programas de televisión y de cine, obteniendo buena crítica, reconocimientos y varios premios.
Entre sus principales trabajos, figuran las películas: “Los elegidos”(codirector), “Ay, carnaval”; “Aroma de muerte” y “Amores Ilícitos”. Los documentales: “Talentos”, “Retratos” y “Paréntesis”. Los libros de crónicas: “Nada es mentira”, “Atlántico, aventura segura”, “La mejor vida que tuve”, “Cantar mi pena”.
Fin de los artículos
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