Cuando hablamos de inteligencia, pensamos en el cerebro. Pero la ciencia ha demostrado que hay otro órgano que actúa como centro de decisiones y emociones: el intestino, conocido como “el segundo cerebro”.

El intestino está recubierto por más de 100 millones de neuronas, tantas como las que hay en la médula espinal.

Este sistema nervioso entérico regula la digestión, pero también produce neurotransmisores como la serotonina (asociada con la felicidad). De hecho, más del 90% de la serotonina del cuerpo se genera en el intestino.

No es casualidad que digamos “tengo un presentimiento en las tripas” o “se me hace un nudo en el estómago”.

Las emociones se sienten en el vientre porque el intestino está conectado directamente al cerebro a través del nervio vago. Ansiedad, estrés o depresión tienen correlato en la microbiota intestinal.

La microbiota como orquesta invisible

Miles de millones de bacterias habitan el intestino. Su equilibrio no solo determina la digestión, sino también el estado de ánimo y la claridad mental.

Estudios han mostrado que alteraciones en la microbiota pueden vincularse con enfermedades neurológicas como el Parkinson o la depresión.

Cuidar el segundo cerebro

• Alimentación consciente: fibra, probióticos, menos ultraprocesados.
• Reducir el estrés: técnicas de respiración y mindfulness para calmar al intestino.
• Dormir bien: el descanso regula tanto el cerebro como la microbiota.

El intestino no solo digiere: también siente, comunica y decide. Escucharlo es escuchar una parte esencial de nuestra inteligencia corporal.

Quizá cuidar el “segundo cerebro” sea la clave para vivir con más salud, equilibrio y claridad mental.

🧠 Este artículo fue elaborado por un periodista del Diario Occidente con apoyo de inteligencia artificial.

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