Cali, marzo 20 de 2023. Actualizado: viernes, marzo 17, 2023 17:12
En Colombia el Estado y los órganos de control siguen operando de manera reactiva; la prevención y el control, en todos los sentidos, son prácticamente nulos, y cada vez que hay una tragedia las autoridades que, por omisión permitieron que ocurriera, salen a repartir culpas a diestra y siniestra para tratar de evadir la propia.
Esta reflexión surge a raíz de lo ocurrido con el siniestro del bus de la empresa Transporte Internacional de Turismo, que se accidentó en la noche del domingo en la vía Bogotá-Girardot, con un saldo de 27 personas muertas, la mayoría de ellas residentes del Valle del Cauca. Tuvo que ocurrir esta tragedia para que las autoridades encargadas del control de este servicio detectaran supuestas irregularidades en las condiciones técnico mecánicas del automotor y para que se anunciaran estrictos controles para las empresas y vehículos que prestan este tipo de transporte.
Si bien en este tipo de accidentes puede haber responsabilidades individuales y empresariales, que deben ser determinadas por las investigaciones de rigor, en la mayoría de los casos la mayor incumbencia es del mismo Estado que, por falta de seguimiento al cumplimiento de las disposiciones de seguridad vial, permite que circulen por las carreteras colombianas vehículos que no cumplen con las condiciones de seguridad necesarias para garantizar la integridad de los pasajeros.
Las pruebas y las condiciones que debe cumplir todo tipo de vehículos las estipula y las debe hacer cumplir el Estado; por eso ni el Ministerio de Transporte ni la superintendencia del ramo tienen porqué rasgarse las vestiduras ante un caso como éste, pues, a la larga, son corresponsables por la falta de control para garantizar que todo automotor, muy especialmente los que prestan servicio público, esté en óptimas condiciones.
Ojalá, tras esta tragedia vial, los anuncios de estrictos controles se cumplan y, sobre todo, se sostengan y no ocurra como siempre, que la vigilancia se relaja cuando todo regresa a la calma.
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