Cali, marzo 28 de 2024. Actualizado: jueves, marzo 28, 2024 00:21
El diálogo con las Farc pierde cada vez más sentido a medida que la guerrilla insiste en pedir imposibles, como la convocatoria a una asamblea nacional constituyente o el aplazamiento de las elecciones legislativas y presidenciales de 2014.
Con estas peticiones, además de salirse de lo acordado en la agenda, el grupo armado ilegal está conduciendo las conversaciones al fracaso, especialmente cuando pretende que se firme un acuerdo sin que se les exija entregar las armas con las que han sembrado muerte y destrucción a lo largo y ancho del país.
En entrevista con el Diario Occidente, el presidente Juan Manuel Santos dijo que se la juega por el proceso de paz con las Farc porque un acuerdo con el grupo armado ilegal “va a permitir pasar la página a un conflicto de 50 años”. La voluntad del Gobierno Nacional está clara, de eso no hay duda, pero, diez meses después de oficializados los diálogos, la guerrilla parece más interesada en dilatar u obstaculizar un acuerdo que en propiciarlo.
De nada sirve que las Farc estén en la mesa de conversaciones si el papel de sus voceros se limita a pedir lo que saben que el Gobierno no puede darles o que los colombianos no aceptarán.
Es claro que en una negociación las partes deben ceder, pero en este caso sólo lo ha hecho el Estado, no la guerrilla, que quiere que se le permita hacer política sin que sus cabecillas paguen ni un día de cárcel ni tengan que entregar las armas.
Las desatinadas propuestas de las Farc muestran que es hora de que el Gobierno Nacional considere seriamente la posibilidad de seguir adelante con las conversaciones de La Habana, a estas alturas puede levantarse de la mesa con la plena tranquilidad de haber hecho un gran esfuerzo para lograr un acuerdo con un interlocutor que no ha correspondido.
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