Como es costumbre el día de elecciones recogí a mi mamá antes de mediodía. Ella, preocupada por el futuro de nuestro país y con temor de ver a su amada Colombia convertida en la Venezuela de hoy, convenció a una amiga para votar por el candidato de sus simpatías.
Viéndolas a las dos listas en la puerta, me dispuse a servirles de chofer y cual pajecito las conduje a sendos centros de votación.
Recordarán que fue un día excepcionalmente soleado comparado con los lluviosos que antecedieron, ¡Un sol radiante trae siempre buenos augurios! Y fue así: quedé impresionado de la multitud de personas que asistieron a los dos centros de votación. Nunca había visto tal cantidad de público ejerciendo el valorado derecho al voto.
Al finalizar la tarde, y en medio del regocijo de mi madre por saber a su candidato en segunda vuelta, compruebo que efectivamente el número de sufragantes de la jornada electoral fue superior en más de 6,4 millones a los que votaron en Primera Vuelta en el 2014.
¡Un 40% mas! Este porcentaje es muy superior al 11% que fue el aumento del número de cédulas registradas en los cuatro años y aún mucho mayor que el 5,7% que fue el crecimiento de la población en igual periodo.
Conclusión; la democracia fue sin duda la gran vencedora del domingo.
Y me aventuro a conjeturar que fue gracias al papel que jugaron las redes sociales -a pesar de toda la desinformación y campañas no muy éticas- que la jornada electoral pudo atraer a nuevos votantes. Son ellos la razón por la que tendremos segunda vuelta en Colombia.
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