En Colombia, cerca de 2.600 personas se encuentran a la espera de un trasplante de órganos para salvar sus vidas y aunque hemos avanzado en la conciencia de donar, aún se mantienen ciertas creencias, mitos y costumbres que generan inseguridad a la hora de tomar la decisión.
Aunque desde el año 2016, contamos con una ley donde no se requiere un permiso escrito de la persona que fallece para hacer la donación, los familiares resultan determinantes porque al final son los que tienen la palabra para la decisión, convirtiéndose en un obstáculo para aquellos pacientes que están a la espera de un trasplante para seguir viviendo.
Es por esta razón que nuestro país, presenta uno de los índices más bajos de donación de órganos en el mundo, ocupando el puesto número 20 en la escala de donantes fallecidos.
Nuestra muerte, podría salvar hasta 55 vidas de personas que requieren un trasplante de riñón, hígado, corazón, pulmón, y por eso es importante dejarles claro a nuestras familias el deseo de hacerlo, para que respeten esa decisión al momento de morir. Mientras en España por cada millón de habitantes, hay 50 órganos donados, en Colombia no supera los 10 órganos donados por la misma cifra de habitantes.
Entiendo que este tema resulte complicado para hablar, pero debería ser una prioridad en los escenarios familiares, y más cuando lo único que tenemos asegurado en la vida, es la muerte.
Todas las personas pueden ser donantes siempre y cuando no hayan padecido enfermedades como cáncer metastásico, sida o infecciones no controladas con compromisos multiorgánicos.
La donación es un acto de amor y nuestra decisión consciente es que al morir podemos dar vida.
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