Aunque no tuve la fortuna de sentarme a escuchar las historias de mis abuelos porque murieron mucho antes de que yo naciera, si tuve la dicha de “canalear” anécdotas y palabras sabias con abuelos de mis amigos.
Los abuelos han jugado un papel importante en la educación de nuestros hijos, en la comprensión del mundo para la niñez y han sido pilares fundamentales en la formación de sociedades.
Nuestros abuelos son unos héroes que se han adaptado a los cambios económicos y sociales del mundo y que les ha tocado comprender la evolución de una sociedad que de manera intensa ha venido no sólo industrializando las actividades humanas, sino que ha venido tecnificado progresivamente el desarrollo de los niveles de vida de las personas.
Estos abuelos hoy están asustados por culpa de un virus que no estaba en las cuentas de nadie. El coronavirus ha venido matando a una generación que sin estudios educó a sus hijos, que levantó países con trabajo, esfuerzo y disciplina. Hoy, el Covid-19 ha apresurado el entierro de esa generación que ante la necesidad jamás agachó la cabeza. Hoy, tristemente, nuestros abuelos se van sin un adiós amoroso, sin una despedida cristiana, sin ceremonias que rindan homenaje a sus vidas.
Por eso, si tienes en tu casa a un abuelo que quieras seguir aprovechando en su sabiduría, no lo dejes solo, cuídalo y no salgas a la calle, protégelo y evita contagiarlo y arrópalo en agradecimiento hasta que la divinidad en su sabia expresión decida llevárselo, pero en amor.
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