Gustavo Álvarez Gardeazábal

Crónica de Gardeazábal

Sancocho de ornitorrincos

Gustavo Alvarez Gardeazábal

Comienza desde hoy la carrera presuntamente democrática para elegir al nuevo Congreso Nacional que se instalará el 20 de julio del año entrante. Las épocas han cambiado mucho desde cuando voté por primera vez al cumplir los 21 años. De los partidos políticos de entonces y de las disidencias con que alimentaban los pensamientos encontrados en el mismo partido o se disputaban las prebendas presupuestales y la nómina estatal hace 55 años, ya casi no queda nada. Ahora los partidos políticos son apenas la mascarada de unas cooperativas imaginarias de contratistas del estado. Algunos todavía se eligen disfrazados con los nombres con los que la historia bautizó la competencia por el poder. Pero ya no representan ideologías sino que traducen habilidades para colocar empleados en las nóminas gubernamentales y conseguir que les adjudiquen contratos por las vías más expeditas. Los congresistas empero son elegidos sin que los votantes sepamos a cuales contratistas o cooperativas de tragones representan. Los patrocinios son fantasmales y los que eligen se parecen cada vez más a los ornitorrincos, esos animales subacuáticos que tienen pico de pato, esqueleto de reptiles, patas de palmípedo y aunque son mamíferos y dan de mamar a sus crías no tienen tetas. Las leyes vigentes y la desintegrada Constitución del 91 no especifica cómo interpretar a los voceros, administradores y promotores de los contratistas del estado que se sientan en el capitolio. Ellos teóricamente representan a los departamentos y regiones, ejercen como miembros de partidos inexistentes ,son seleccionados a dedo no por convenciones de su partidarios, tienen derecho a repartir el presupuesto entre lo que quiere el gobernante y lo que desean ellos dizque invertir en las entidades geográficas de las que dicen ser voceros en el Congreso. Por eso, tal vez, cuando anoche oía cómo se combinaban entre las arrevesadas y colonialistas coaliciones y los rezagos de la vieja estructura partidista y no se sabe si su favoritismo y capacidades se miden por los empleados que tengan colocados o por los contratos semiclandestinos que hayan ayudado a pujar para que adjudiquen. Cuando ví anoche ese vomitivo panorama en que ha quedado convertida nuestra democracia, lo único que se me ocurrió fue pensar que estas elecciones de marzo van a ser , igual que el Congreso que elijan, un gran sancocho de ornitorrincos.

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