Hace días escribí en defensa de la prensa libre como respuesta a un desafortunado comentario del presidente al referirse a unas periodistas.
Por razones de espacio, no pude exponer en su totalidad las razones por las que considero que la prensa libre es un pilar fundamental de la democracia, y por qué, independientemente de la ideología política que profesemos, debemos protegerla con vehemencia.
Además de ser un derecho humano fundamental consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la libertad de prensa permite a los ciudadanos expresarse, participar en debates públicos y tomar decisiones informadas al votar.
La prensa libre también cumple la función de vigilar al poder, denunciando actos de corrupción, abusos de autoridad y, en general, la mala gestión pública.
Sin este control, cualquier gobierno podría degenerar en una tiranía.
Asimismo, la prensa libre fomenta un ambiente donde pueden coexistir diversas opiniones e ideas, promoviendo la confrontación de diferentes puntos de vista y la generación de nuevas ideas, que son el motor del progreso social.
Aunque la desinformación es un problema común en la era de las redes sociales, la existencia de una prensa libre permite contrastar información y buscar la verdad.
En una sociedad libre, donde existe una competencia de ideas y acceso a múltiples fuentes de información, la verdad tiende a prevalecer.
Finalmente, la prensa libre es una barrera contra la censura, evitando que se imponga un discurso único.
Concluyo esta loa a la libertad de prensa con una frase comúnmente atribuida a Voltaire, que resume lo expuesto: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a expresarlo.”
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