Politización e interferencias de la justicia, y la paz incompleta

Alberto Ramos Garbiras

El asunto de la politización de la justicia tiene que ver con varios factores, entre ellos la corrupción de los jueces y magistrados; la pertenencia a partidos políticos que les han ayudado a ascender por las trampas a los concursos y parámetros de la carrera judicial; la debilidad o falta de criterio de los jueces y magistrados que se dejan deslumbrar por el poder del ejecutivo dentro del presidencialismo; el desequilibrio de las tres ramas del poder que se perdió desde que se aprobó la reelección presidencial, quedando los magistrados a expensas del ejecutivo por la forma de selección, entrampados por el paso ante el Congreso y subsumidos al mismo poder del reeleccionista que los subyuga, o del ejecutivo central que ya desmontada la reelección el desequilibrio de las ramas ya estaba consumado.

La fiscalía General de la Nación ha sido una decepción. La mayoría de los fiscales generales se han dejado seducir por la vía política, pocos meses después de posesionados ya albergan la idea de ser presidentes del país.

En algunas ocasiones no saben ni derecho penal, como sucedió con el Fiscal De Greiff, con Alfonso Valdivieso, con Luís Camilo Osorio, con Néstor Humberto Martínez y con Francisco Barbosa.

Se dejan seducir por el presidente que los ternó o traicionan al ternador para aspirar desde otra orilla, tienen el mismo o similar espíritu de los vicepresidentes, la ansiedad por el poder y la compulsión política los carcome.

Frente a la PAZ que es la aspiración máxima de toda la sociedad y el objetivo básico de cualquier Democracia, como se ve en el enunciado normativo- teleológico del preámbulo. Pero algunos de ellos se han dedicado a sabotear la paz.

Ya sea con entrampamientos para crear desertores que reinicien la guerra, y otros para trancar las propuestas de diálogos, treguas y reinserción.

So pretexto de que esas iniciativas rompen el estado de derecho, cuando desde sus mismas instalaciones algunos fiscales no trabajan y otros son cómplices de delincuentes, como se observa frecuentemente en el registro de los noticieros.

La justicia espectáculo, la politización de la justicia, la venalidad de los jueces, el cartel de la toga, los jueces grabados por cámaras ocultas o smartphone desde cualquier rincón in flagranti recibiendo dinero; los mismos extorsionados denunciando a los jueces; o ex amantes narrando cómo actuaba el juez enamorado que sedujo a la amanuense y luego denunciado; toda esa venalidad ha llevado al descreimiento de los ciudadanos en la justicia, lo cual hace perder lo más valioso que Norberto Bobbio llamó, la adhesión espontánea a las normas, o sea el cumplimiento de los ciudadanos al estado de derecho, se pierde por el cúmulo de noticias por corrupción o por inoperancia, quedando las personas sin aliento de denunciar o contribuir como testigos, y en definitiva quedando a merced de no ver la justicia irrealizada y así, buscan acudir también al incumplimiento o a ejecutar la justicia privada.

La JEP es precisamente una justicia de transición para procesar a los actores armados que la justicia tradicional nunca pudo procesar, porque no habían sido vencidos por las fuerzas armadas y porque la justicia no operaba en zonas del conflicto por el miedo a proceder.

Cuando se creó la JEP comenzaron a desmontarla, y ahora tratan de desprestigiarla.

La misma Corte Constitucional avaló las mutilaciones, como excluir a los empresarios financiadores de su órbita.

La justicia ordinaria no funcionó durante el conflicto 1964/ 2016 (ahora está multiplicado por la variedad de actores armados).

La gente del común y los analistas, después de 200 años de guerras civiles, guerras locales, conflictos de variado origen, violencias desbordadas, y actividades multicrimen, se preguntan, ¿ cómo lograr la paz ? ; ¿ por que se han reciclado las formas de violencia con la producción de enfrentamientos diversos ( terratenientes contra colonos, esmeralderos, narcotraficantes, minería criminal, mafias regionales, actores políticos excluidos, etc), y cada solución se incumple ?; por qué no sirve la aplicación de las experiencias anteriores, con acuerdo suscritos en otros procesos de paz ?, o si la relación política y guerra es inescindible.

En el texto de una columna anterior titulada Paz parcial o paz total, expresé que, la PAZ es un anhelo de todos, pero en Colombia ha sido esquiva, siempre alguien la sabotea, la incumple. Cuando se logra, reaparece otro ciclo de violencia y/o nuevas formas de enfrentamiento.

Son incontables los pactos de paz desde el siglo XIX con: Exponsiones, amnistías, armisticios, indultos, treguas, reformas constitucionales, desmovilizaciones, etc.

Inclusive, anhelamos la PAZ desde antes de que nuestro territorio se transformara de Virreinato a Estado-Republicano.

Por eso se realizó la guerra de independencia, para expulsar a los españoles, lograr la libertad y tener PAZ.

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