Tengo la firme convicción de que es necesario hacer un plan especial de nivelación académica en las instituciones educativas públicas y privadas para garantizar el objeto del proceso de aprendizaje de los alumnos que han estado durante un largo período en confinamiento. Hay que implementar estrategias e innovaciones pedagógicas que apoyen a los estudiantes para ajustar el currículo en cada grado escolar.
Entendiendo este como el conjunto de criterios, planes de estudio, programas, metodologías y procesos que contribuyen a la formación integral y a la construcción de la identidad cultural, nacional, regional y local.
El Ministerio de Educación Nacional debe priorizar la igualdad y la homogeneidad de la educación en todo el país, partiendo de la estructura esencial del conjunto de asignaturas en el proceso formativo en cada grado de escolaridad, implantando un programa de apoyo a los estudiantes para subsanar las falencias de la inactividad académica a través de una metodología flexible que permita una actualización del plan de estudios y en la búsqueda de mejorar la calidad educativa en el desarrollo de las competencias básicas.
Se requiere instrumentalizar pedagogías para complementar los contenidos que garanticen que los educandos alcancen las competencias básicas, para lo cual es de trascendental importancia el papel que jugarán los docentes como artífices de creatividad e imaginación para llenar los vacíos curriculares y orientar a los padres de familia en el acompañamiento didáctico, teniendo como fundamento que la promoción escolar es precisamente la superación a satisfacción del alcance de las metas definidas por la escuela.
Si efectivamente uno de los objetivos es que los educandos obtengan los logros académicos propuestos en el plan de estudios para culminar con éxito su proceso formativo, sería injusto que aquellos que deben presentar pruebas de admisión a las diferentes instituciones de educación superior se calificaran bajo los mismos parámetros de procesos anteriores, puesto que no están debidamente preparados académicamente para afrontar el reto de una prueba para la cual no han terminado satisfactoriamente su proceso de preparación. Por otra parte, quienes han estado sometidos a la virtualidad no logran los estándares básicos de aprendizaje de la educación presencial o, por lo menos, no existe hasta el momento un mecanismo idóneo de validación que así lo certifique.
Lo cierto es que la educación es lo primero porque es la condición de la cultura, la libertad y la dignidad humana e igualmente, es la clave de la democracia política, el crecimiento económico y la equidad social. Por lo tanto, tiene que seguir siendo la prioridad nacional en un país que como Colombia hace parte ya de la OCDE, la que surgió en 1948 para dirigir el Plan Marshall de los Estados Unidos para reconstruir el continente a través de la cooperación entre los países y exige unos altos niveles educativos de sus asociados para obtener mejores condiciones de competitividad y productividad nacional. Esa es la tarea del Estado, asegurar que sus ciudadanos se eduquen bien porque la carrera geopolítica y económica de este siglo está sustentada en la agenda de la educación.
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