El país cada vez se va acostumbrando más y más a aceptar que hay regiones enteras donde el gobierno de Bogotá ya no manda y, lo que es peor, hay alcaldes y gobernadores que ejercen su mandato como autoridades sobre barrios ,comunas y municipios en donde los que disponen son los ejércitos de los traquetos( mal llamados disidencias) o las bandas armadas urbanas.
Nadie parece inmutarse ,ni es motivo de respuesta categórica de medios, redes y gobernantes cuando nos informan que a una joven trabajadora del puesto de Supergiros en Bosconia la acribillaron a balazos.
Menos que se irritan por la frescura que delata el video donde el asesino acribilla a Marlen, de 19 años y madre de una criatura de pocos meses y quien atendía a sus centenares de clientes diarios para llevar el sustento a su hogar.
Y, por supuesto, no hay quien diga algo porque con tal asesinato se descubre que el Ejército de Traquetos que controla esa zona del país había decretado que todas las oficinas de la empresa Supergiros en Cesar, Magdalena y Guajira no podrían seguir funcionando y deberían permanecer cerradas.
Lo criminalmente novedoso es que, según lo narran los administradores del servicio público de giros, ellos no habían sido extorsionados previamente.
Solo les han dado la orden de cerrar, de dejar de brindar trabajo a mucha gente y de hacerles la vida imposible a pueblos enteros donde no existen sucursales bancarias.
De nada ha valido el acompañamiento policial que algunas autoridades civiles han solicitado que les brinden.
El estado ha perdido la batalla.
Los que decretan son los Ejércitos de los Traquetos.
Los que deciden sobre en qué pueden trabajar miles, tal vez millones de compatriotas que viven en los territorios donde ellos mandan, son ellos.
Obviamente como la política del actual gobierno es conversar de igual a igual y sin contraprestaciones con los nuevos dueños de la nación los asesinos de Marlen se sienten crecidos e intocables y todos terminan obedeciéndoles.
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