Estos días Bogotá ha vuelto a ser la ciudad de antaño, llena de lluvia y frío, no obstante, este escrito no es para hablar sobre la ciudad, es la lluvia la que me ha inspirado.
Cuando era niño, la lluvia era motivo de juego, saltar charcos, salir a correr en un campo empantanado con mis amigos o jugar fútbol (cuando no había peligro de truenos), luego, en mi adolescencia y en la universidad, nunca me detuvo para salir de rumba, pero con el tiempo su sentido ha cambiado.
El año pasado era difícil no preocuparse cuando llovía, porque en donde vivo se inundaba si se iba la luz y la planta no prendía, situación que pasó más de una vez y todo por causa de la lluvia. Ahora cuando pienso en la lluvia me imagino más las tempestades a las que de vez en cuando debemos enfrentarnos: problemas en el trabajo, discusiones familiares, situaciones que por alguna u otra razón sentimos que nos desbordan, nos envuelven, nos empapan.
¿Cómo debemos afrontar las tempestades? Me gustaría volver a la niñez y confrontarlas de frente, disfrutando de cada detalle de la situación, ya que por más compleja que sea seguro va a dejarme una enseñanza o quizá debería afrontarlas con valentía como si fuera un adolescente con ganas de salir, aunque a veces es mejor ver la lluvia por la ventana, desde el confort de la casa, sin mojarse ni un poquito, quedarse callado y ser un espectador más, porque, aunque estemos rodeados no nos puede tocar.
El clima puede cambiar en cualquier momento, pero ¿podrían evitarse la acumulación de situaciones que desencadenan en tempestad? Como si pudiéramos evitar la lluvia aún antes de nacer, quizá esta sea la mejor forma de afrontar las tempestades, con una matriz de riesgos aplicada a la vida.
La lluvia favorece a la naturaleza y a la vida en sí, mueve, aunque en algunos casos puede tumbar árboles, beneficia a muchos y a otros no tanto, por esto hay que estar preparados para el invierno, para afrontar las tempestades.
Una buena sombrilla, un buen techo, estar en familia junto a mi esposa, cerca de mis hijas, un buen libro, una buena película, pueden ser alternativas para dejar que los ciclos de la naturaleza nutran la vida y se nutra nuestro pensamiento y para las tempestades, mejor trabajar para evitar que lleguen a formarse.
Comments
Fin de los artículos
No hay más artículos para cargar