La maldición de la quimera

Rodrigo Fernández Chois

Hay días en los que abundan temas para una columna y otros en los que se apela a las musas. Los corrientes han sido de los primeros.

Tramas que van desde lo banal, como un traje de etiqueta pintoresco; y absurdo, como las acciones policiales contra las empanadas; pasando por lo repudiable, como una clase magistral a cargo de una criminal; y sensible, como la impunidad que se observa en la JEP; hasta lo transcendental, como el inicio del fin de la dictadura en Venezuela.

Sin embargo y a pesar de tanta tela para cortar, opté por un tema distinto.

Según una investigación, las mujeres conservan en su cuerpo el ADN de todas sus parejas sexuales masculinas. Tener células de otro cuerpo vegetando en el propio es un fenómeno científico llamado microquimerismo.

Recordemos que los antiguos griegos fanatizaban con seres que conjugaban en un solo cuerpo las características de múltiples especies. Las sirenas, los grifos y los centauros son claro ejemplo. Pero hubo uno en particular en el que ardía fuego en su interior…la Quimera. Fue un ser único en su especie dueño de una cola de dragón, cuerpo de cabra y cabeza de león. Imagino lo complejo que fue para esta infeliz criatura vivir presa de tres majestades cada una queriendo imponer su voluntad. En fin, ahora por arte de la Quimera, o mejor por su maldición, las mujeres tienen que lidiar con las células de sus ex. ¿Será la razón para que Sigmund Freud aseveraba que “La gran pregunta que nunca ha sido contestada es: ¿qué quiere una mujer?”? Mujeres: ¡Que sea una razón más para usar preservativo!

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