A pesar de que la principal bandera del Centro Democrático, partido del Presidente Duque, sea la defensa de la Seguridad Democrática, en los dos años y poco más que lleva ejerciendo el poder, pareciera que viviéramos más bien en la era de la Inseguridad Democrática. En la policía, el caso más notorio este año es el asesinato del ciudadano Javier Ordoñez, sin que aún exista una explicación clara sobre el porqué dos policías lo asesinaron.
Como consecuencia de este brutal asesinato se desataron protestas en todo el país que dejaron al menos en Bogotá un saldo de 13 ciudadanos muertos, de los cuales en algunos hay presunta responsabilidad de la policía. A su vez, en el ejército, se han registrado casos de violencia contra las mujeres como los 7 soldados que violaron a una menor de edad perteneciente a la comunidad indígena Embera Chami o la denuncia a la brigada Popa por la violación de dos mujeres. Para rematar tenemos esta semana la noticia que soldados asesinaron a la ciudadana Juliana Giraldo, supuestamente porque no había estacionado su carro. Además de este triste balance, en lo que va del Gobierno Duque son más de 500 líderes sociales asesinados en 29 de los 32 departamentos de Colombia sin que esto tenga importancia para el Gobierno Nacional.
Cuando las fuerzas armadas de un país presentan casos aislados de violencia contra los ciudadanos, se puede hablar de algunas manzanas podridas, pero la realidad que estamos viviendo, implica pensar que no son simplemente hechos aislados o manzanas podridas, sino que algo tiene que estar fallando. Es necesario un cambio en el Ministerio de Defensa y en las directrices que se dan a los cuerpos armados. Más que en el país de la mano dura, pareciera que estuviéramos viviendo la era de la Inseguridad Democrática, donde cualquier inocente puede resultar asesinado sin razón ni justificación.
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