La gratitud de un narcoterrorista

Natalia Bedoya

“Quisiera expresar mi agradecimiento para quienes creyeron en nosotros, a pesar de esa ofensiva mediática de mentiras, sin pruebas, que se desató; primero contra mi nombre y condición de revolucionario, y luego contra Iván Márquez y otros compañeros tildados de narcotraficantes”. Esas fueron las palabras de Jesús Santrich en su último video dirigido a la opinión pública.

En tono burlesco, con camuflado y fusil en mano, habla de paz, eso que creyó Juan Manuel Santos construir sentándose en La Habana a regalar impunidad a cambio de firmar un acuerdo que lo llevaría a un Nobel de Paz.

Jesús Santrich es un narcoterrorista prófugo de la justicia, reincidente en el delito y hoy buscado por las autoridades colombianas, por supuesto, no está cobijado por las prebendas del acuerdo de la Habana. Es un delincuente rodeado de amigos que representan hoy sectores políticos relevantes que pretenden justificar su actuar.

Roy Barreras, Iván Cepeda, Alirio Uribe, Piedad Córdoba, Álvaro Leyva. La verdad ninguno sorprende, todos han mostrado su afinidad con la impunidad y su defensa acérrima a quienes masacraron a Colombia durante más de 50 años.

Pero qué sentirán esos personajes al escuchar la gratitud de su amigo el narcoterrorista Jesús Santrich. Sin duda, no es repugnancia ni vergüenza, como quizás lo sentiría cualquier colombiano que cree en la justicia; tal vez se sintieron orgullosos, honrados y satisfechos por las palabras de Santrich, lo que sí es certero es la afinidad que sienten con el narcoterrorista y su causa.

Como colombiana siento vergüenza que uno de los amigos de Santrich esté en el Congreso. Ojalá el 2022 sea el año de corregir errores.

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