La doble moral de algunos que van a la iglesia

Juan Camilo Vanegas

Uno de los grandes debates en la historia de la humanidad ha sido sobre nuestro origen, si fue un ser divino el que nos creó o si fue mera evolución natural. En este debate el ser humano ha creado múltiples religiones buscando explicar nuestro origen y la forma de comunicarnos con ese o esos seres divinos que rigen nuestra existencia. Personalmente, creo que existe algo superior a nosotros, pero me alejo de la religiones como instituciones creadas por el ser humano para satisfacer intereses particulares.

Sin embargo, no todo en las religiones es negativo, Jesús, Mahona, Shiva y Buda, entre otros, tuvieron un punto de encuentro: el amor. El eje fundamental entorno al cual gira el mensaje de estos grandes profetas o dioses ha sido el de profesar el amor en el diario vivir a todos los que nos rodean. En ese sentido, celebro la revolución que ha generado el Papa Francisco en la iglesia católica condenando los casos de abusos sexuales y abriendo la puerta de la iglesia para las personas homosexuales, al manifestar que “tienen derecho a estar en una familia, son hijos de Dios, tienen derecho a una familia”.

Y es que una de las grandes disyuntivas que siempre me ha alejado de las iglesias, es que he crecido en una sociedad, con muchas personas que las asisten, pero que al mismo tiempo no son capaces de actuar con amor en su diario vivir. Engañan a sus parejas, explotan a sus trabajadores, no toleran y juzgan a quienes son diferentes. Si la máxima autoridad de la iglesia católica manifiesta actuar con amor hacia quienes tienen gustos sexuales diferentes, salen en sus redes a condenar al sumo pontífice; incluso algunos pareciera que quieren que regresemos a la época de la horca. Entonces, me pregunto ¿De que sirve ir a la iglesia y dejar un buen diezmo, si salgo a la calle a actuar cargado de odio? La invitación es que, independientemente de la creencia religiosa que tengamos, todas son válidas como formas de entender la divinidad, seamos capaces de ser tolerantes frente al que es diferente y actuar con amor en cada una situaciones que enfrentamos a diario. Sólo un mundo que actúe bajo el precepto del amor podrá alcanzar una paz universal. Y ojalá que esos que tanto profesan la religión, dejen la doble moral y comiencen a actuar con amor.

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