Ana Janeth Ibarra Quiñonez

La calidad en la educación

Ana Janeth Ibarra Quiñonez

“Si crees que la educación es cara, pruebe con la ignorancia” – Robert Orben

La calidad en la educación es un instrumento clave en los procesos de certificación, de formación y de evaluación en los últimos tiempos. Pese a su macro impacto, ha sido usada para controlar, transgredir y minimizar la idiosincrasia de los pueblos. La calidad, que debería ser un proceso permanente y efectivo se ha convertido en un negocio.

Algunos teóricos en Calidad en Educación se han dedicado a generar críticas y a desviar del concepto. En lugar de construir herramientas, han construido murallas inexpugnables. Sin embargo, el tema es considerado por muchos otros como un factor determinante para la adquisición de conocimientos y para formar a hombres y mujeres de manera integral, sin distingo de raza, ideología, estrato y condición física.

No obstante, a la idea generalizada de que la calidad es un desafío en la educación del siglo XXI, hoy es un imperativo reformar la aplicabilidad de la calidad en la educación; los agentes del acto educativo tienen que verse forzados a repensar sus fundamentos, herramientas y estrategias; se debe ayudar a redefinir misiones, visiones y políticas en todas las sociedades, ya sean las del conocimiento o las del consumo.

Las políticas públicas y la educación afrontan el mayor reto de su historia: tratar de asegurar el bienestar de sus ciudadanos, promover el desarrollo económico y buscar la cohesión social en un mundo que vive profundas y aceleradas transformaciones en todos los ámbitos.

Es una tarea ardua, porque el nivel de conciencia en los procesos educativos está aún muy alejado de los fines de la educación.

No debemos olvidar que la pobreza y la desigualdad están presentes en todos los contextos de forma aterradora, y por eso se ha invertido la balanza y el eslogan de calidad que mueve masas se transforma en discursos de cantidad que solo le interesa a las grandes corporaciones.

Este fenómeno ya no es ajeno en la educación, a muchos les conviene que el pueblo no se ilustre, Simón Bolívar Libertador expresó que “Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción”.

La cantidad ha superado el margen de aceptación sobre calidad en educación, el tema ya no está en el centro de los debates ideológicos y políticos. No es comprensible que así sea, porque en la escuela se concentran todos los modelos, las visiones y los valores que las instituciones sociales y los ciudadanos defienden como deseables para el funcionamiento de la sociedad y para la forma de vivir.

Pero para aliviar un poco la pena, Martinic (2001) argumenta que las reformas plantean espacios de interacción entre el nivel central, los niveles intermedios y los centros educativos, y es a partir de esos espacios en los cuales se deben plantear soluciones y lograr que todos puedan estar de acuerdo en la importancia de la calidad y no permanecer indiferentes frente a los procesos de masificación dentro y fuera de las aulas.

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