Glifosato: ¿la solución?

Mario Germán Fernández De Soto

Ante el anuncio del Ministro de Defensa que en abril reiniciará la aspersión con glifosato de áreas a cultivos ilícitos en el territorio nacional, tal parece que Colombia carece de salidas eficaces para combatir el narcotráfico.

En los últimos años los cultivos de Coca han aumentado más del 60%, al punto que en 2017 alcanzó la histórica cifra de 209.000 hectáreas, con las consecuencias sociales y de violencia generadas por este flagelo ya endémico que afecta a todos los colombianos.

Sin embargo, retomar el uso de este herbicida es un desafío contra la vida humana y el medio ambiente, puesto que hay evidencia científica sobre el daño a la salud de las personas y, claro, al ecosistema.

Creo que el sólo uso de esta sustancia como arma para combatir las drogas es definitivamente insuficiente.

Pienso que la reflexión es que, si no hay otra estrategia efectiva, se necesita adicionalmente de un programa de desarrollo alternativo que persuada al campesinado, formalizando su relación con la tierra; comprometiendo su responsabilidad con lo que se siembra y garantizando la comercialización de sus productos; de la misma manera que, ejerciendo interdicción o prohibición de los insumos para la producción de estupefacientes, a fin de congelar la oferta en los países consumidores.

Igualmente, una medida contundente es la detección de cuentas bancarias de las organizaciones criminales para evitar el lavado de activos, como solución de fondo a tal problemática.

Lo que sí se requiere, de la misma manera, es del compromiso de las naciones consumidoras; como el caso de los Estados Unidos, donde la demanda sigue creciendo a un ritmo de dos millones de consumidores al año.

El gobierno nacional actúa bajo un mandato constitucional y legal; al mismo tiempo que también debe cumplir con un marco ético frente al efecto nocivo de esta medida, por lo que es necesario buscar una respuesta integral contra la narcodependencia que no sea tan sólo otra vez el glifosato.