Luis Carlos Aldana columnista

Fronteras invisibles, problemática que se agudiza en el oriente de Cali

Luis Carlos Aldana

Indudablemente las fronteras invisibles generadas por la desescolarización, el desempleo y problemas económicos de jóvenes sin oportunidades laborales y académicas en los barrios más vulnerables de Cali, tienen como fin marcar territorios físicos y jerarquizar pandillas para poder desarrollar un sinnúmero de actividades que infortunadamente tienden a cometer actos al margen de la ley.

Las fronteras invisibles se presentan como el resultado de la dinámica conflictiva de la construcción del territorio no solo como espacio geográfico sino también como espacio simbólico.

Estas disputas territoriales involucran a la comunidad que se convierte en víctima del conflicto en las zonas en donde la guerra por el poder genera actos violentos que en varias ocasiones han tenido como consecuencia la muerte de integrantes de las pandillas y, también, miembros de la sociedad civil que nada tienen que ver con el conflicto.

Un gran número de jóvenes envueltos en conductas antisociales se unen a las pandillas, y otros que no tienen ese tipo de conducta anti ciudadana se articulan a estos grupos por razones de autoestima, protección o poder, que luego son forzados a participar en actos delictivos.

Un acompañamiento pobre por parte de los padres durante la adolescencia temprana y amistades agresivas incrementa el riesgo de entrada a las pandillas.

Las pandillas son grupos juveniles en situación de riesgo que fácilmente caen en delitos como el micro tráfico, la violencia urbana, asesinatos y delitos que alarman a la sociedad caleña. Las cifras evidencian como la delincuencia juvenil con el paso de los años aumenta exponencialmente en sectores como el oriente de Cali.

Ante esta ola creciente de inseguridad en la ciudad por estas anomalías es necesario establecer espacios para la resolución de conflictos.

Para este fin es indispensable que las políticas de convivencia y seguridad ciudadana sean sostenibles financieramente ejecutando programas sociales para evitar que los jóvenes sean permeados por grupos delictivos.

Hay que terminar con la estigmatización social de estos jóvenes marginados proporcionándoles el acceso a la educación, oportunidades laborales viables, actividades deportivas, culturales y de salud mental.

Paralelamente se deben establecer espacios de participación comunitaria para fortalecer el tejido social creando un modelo de sensibilización que genere acompañamiento y mediación cuya meta principal es borrar las fronteras invisibles vinculando a los jóvenes pandilleros a los quehaceres de la sociedad caleña.

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